Tal día como hoy del año 1354, hace 666 años, las fuerzas navales catalanas del conde-rey Pedro III de Barcelona y IV de Aragón vencían definitivamente la resistencia de las defensas de Alguer (formadas por tropas sardas y genovesas) y entraban en la ciudad. Aquella operación militar, conocida como el asedio de Alguer, había durado 144 días (desde el 24 de junio) y se había desarrollado en el contexto de la rebelión de los Arborea (una de las principales casas nobiliarias de la isla de Cerdeña) y sus seguidores y atizada por la República de Génova (máxima rival de Barcelona por el control del Mediterráneo occidental).
Acto seguido, Pedro III ordenó la expulsión de toda la población nativa de la ciudad, por su implicación en la resistencia y, a pesar de la rendición, por la desconfianza que le generaban. Y, simultáneamente, ordenó la reocupación con colonos procedentes del Principat de Catalunya. Históricamente se había considerado que estos repobladores procedían, principalmente, del Camp de Tarragona y del Penedès. Pero estudios recientes de Roberto Lai, investigador y erudito de la presencia catalana en la isla de Cerdeña, apuntan claramente a que los nuevos pobladores procedían —también— de las ciudades de Barcelona y de València, de la isla de Mallorca y del condado de Empúries.
Alguer estuvo vinculada con la corona catalanoaragonesa hasta 1713, cuando —en el transcurso de la Guerra de Sucesión hispánica— el primer Borbón hispánico entregó Cerdeña a los duques independientes de Saboya (aliados de Carlos de Habsburgo) a cambio de que se retiraran del conflicto. No obstante, Alguer ha conservado la lengua catalana hasta la actualidad. Ni los saboyanos ni, posteriormente, el estado italiano nunca han dictado leyes de persecución del catalán, pero tampoco han hecho nada para protegerlo. El catalán, hasta hace pocos años, había sido marginado en la escuela y en los medios de comunicación, hasta quedar reducido a menos de un 50% de uso social. Actualmente vive una etapa de concienciación y recuperación.