Tal día como hoy del año 1724, hace 294 años, moría en Viena (Austria) el general Antoni Desvalls i de Vergós, que durante la última fase del conflicto sucesorio hispánico en el Principat (1713-1714), llamada "Guerra de los catalanes" o "Rebelion des catalans", sería el jefe militar del ejército de Catalunya en las comarcas del interior del país. En junio de 1713, poco después de que la Junta de Brazos (el equivalente al Parlament) votara la resistencia a ultranza contra la alianza borbónica de las Dos Coronas (monarquías hispánica y francesa) le fue encomendada la reorganización del ejército de Catalunya en el frente exterior (la retaguardia del ejército borbónico que se aproximaba a Barcelona).

Antoni Desvalls, nacido en El Poal (Pla d'Urgell) el año 1666, era un militar de probada lealtad a las instituciones de Catalunya y a la causa de Carlos de Habsburgo. Al inicio del conflicto, poco después de que los representantes catalanes firmaran el Pacto de Génova con Inglaterra (1705), organizó la defensa militar de la frontera norte y centro-occidental del Principat. Posteriormente, dirigiría las campañas austriacistas a Aragón (1707 y 1710), la primera defensa de Cardona (1711); y en la última fase del conflicto comandaría al ejército de Catalunya que derrotó a las tropas borbónicas franco-castellanas en Manresa y en Talamanca (1714). A última hora combatiría defendiendo Barcelona y Cardona (1714).

Grabado de Viena (1759) / Fuente: Museo de Historia del Arte de Viena

Después de la capitulación de Barcelona y de Cardona, se exilió en Viena, en la corte de Carlos de Habsburgo que, no tan sólo le confirmó el grado militar, sino que lo nombró comandante general y, como tal, dirigió el ejército imperial austríaco en la exitosa campaña contra los otomanos en Hungría. Durante aquellos años (1714-1720) sería, con los también exiliados Ramon de Vilana-Perles o Josep de Plantí, una de las personalidades más influyentes de la corte vienesa. Antoni Desvalls ya no volvería nunca a Catalunya. Moriría un año antes de la firma del Tratado de Viena, entre Carlos de Austria y Felipe de España, que preveía una escasa amnistía y la restauración de los bienes confiscados a los exiliados austriacistas.