Tal día como hoy del año 1928, hace 90 años, en pleno régimen dictatorial de Primo de Rivera (1923-1930), moría en el exilio de Menton (Provenza-Francia) el escritor, periodista y político Vicent Blasco Ibáñez, considerado la figura más controvertida del valencianismo contemporáneo. Blasco Ibáñez había nacido en València el año 1867 en una familia de origen aragonés. Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de València y, aunque se licenció, no ejercería nunca la profesión jurídica. En cambio, sería fundador y editor del diario en castellano El Pueblo (1894) de ideología republicana, federalista, anticlerical y anticatalanista que, hasta que el franquismo —al acabar la Guerra Civil española— forzó su cierre (1939) sería una de las cabeceras más leídas del País Valencià.

Sería, también, el novelista valenciano más prolífico del último cuarto del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX. Tenía un talento especial para la producción literaria y, en el transcurso de su vida, publicó más de cuarenta novelas, encuadradas en los movimientos literarios realista y naturalista, que dibujaban con una gran riqueza de lenguaje y de detalles los ambientes rurales y populares de la huerta valenciana. Blasco Ibáñez, que hablaba perfectamente el valenciano, escribió, sin embargo, una parte ínfima de su obra en la lengua del país. Sus obras más conocidas las escribiría en castellano: Arroz y tartana (1894), Cañas y Barro (1898), La Barraca (1902) y Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1916), que traducida al inglés sería un best-seller en los Estados Unidos.

Funeral de Blasco Ibáñez / Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Pero allí donde la figura de Blasco Ibáñez adquiriría la categoría de fenómeno social sería en su actividad política. En 1908 creaba el Partido de la Unión Republicana Autonomista (PURA) que detrás de un anticlericalismo radical, un reformismo laboral moderado y un republicanismo violento, se ocultaba una encarnizada oposición a la recuperación y normalización de la lengua y de la cultura valencianas y a los vínculos históricos, culturales y políticos entre el País Valencià y el Principat de Catalunya. El pretendido valencianismo de Blasco Ibáñez —el blasquismo— se sostenía sobre el conflicto entre el librecambismo que reivindicaban las clases agrarias valencianas y el proteccionismo que defendían los industriales catalanes próximos a la Liga Regionalista de Francesc Cambó.