Tal día como hoy del año 1710, hace 308 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715), el ejército borbónico francocastellano del frente norte, formado por 10.000 efectivos (algunas fuentes hablan de 18.000) y comandado por el general Adrien de Noaïlles iniciaba un asedio sobre la ciudad de Girona que se prolongaría hasta el 1 de febrero de 1711. La ciudad de Girona fue defendida por un contingente de 2.000 hombres formado por el ejército de Catalunya (Coroneles de Girona y de Barcelona, Miquelets y milicias del país) y comandado por el capitán Ignasi-Joan de Picacalquers y por un destacamento del ejército imperial austríaco procedente del Palatinado comandado por el conde Statembach,
A pesar de la evidente diferencia de efectivos, la ciudad de Girona consiguió resistir durante cuarenta y cinco días. Las reformas del sistema defensivo que se habían llevado a cabo poco antes (adaptación de las murallas y de los baluartes a las innovaciones bélicas) impidieron una operación rápida como había previsto, inicialmente, Noaïlles. No obstante, la artillería francocastellana, emplazada en el Puig d'en Roca (en el noroeste de la ciudad) sometió a un bombardeo incesante la muralla y el barrio de Sant Feliu, y los destruyó literalmente causando la muerte a unas ochocientas personas entre defensores y población civil. El 14 de enero de 1711 los borbónicos conseguían poner los pies en la parte baja de la ciudad.
La ocupación parcial durante las dos últimas semanas del asedio desató un escenario de pillaje, robos y palizas en la población civil, que Noaïlles consintió con el propósito de forzar la rendición de la Fuerza Vieja (donde se había recluido la guarnición militar). Finalmente serían las autoridades eclesiásticas de la ciudad (que durante el conflicto habían mantenido una posición ambigua), las que propiciarían las condiciones para una capitulación honrosa. Noaïlles se comprometió a ordenar el cese del clima de terror, a cambio de la rendición definitiva de la plaza. Poco después, los soldados austriacistas entregarían la Fuerza Vieja y abandonarían Girona, sin embargo, en cambio, Noaïlles no rebajaría el clima de represión.