Tal día como hoy del año 1681, hace 338 años, moría en Madrid el escritor Pedro Calderón de la Barca, que ha sido considerado una de las figuras primordiales de la literatura barroca castellana. En el campo artístico, Calderón de la Barca adquirió fama y prestigio, principalmente, como autor teatral. Algunas de sus obras (El alcalde de Zalamea o La vida es sueño) serían auténticos éxitos. Rivalizaría con Quevedo y con Lope de Vega, las otras figuras literarias de la época, no tan sólo en el campo de la creación artística.
No obstante, hay una faceta de Calderón de la Barca más desconocida y que, en cambio, lo aproximaría más a los círculos del poder que su fama artística: era un militar al servicio de Felipe IV que participaría activamente en la Guerra de los Segadores (1640-1652) como enlace (las fuentes lo denominan "correo") entre el marqués de Los Vélez (el general del ejército hispánico que combatía a los catalanes) y el conde-duque de Olivares (el ministro plenipotenciario de la monarquía hispánica).
Según las fuentes documentales, Calderón de la Barca participó en la masacre de Cambrils (1640), el asesinato de 1.000 personas desarmadas en manos del ejército hispánico; en la batalla de Montjuïc (1641), la primera gran derrota hispánica en aquel conflicto, que obligaría a Los Vélez a refugiarse en Tarragona, y en la defensa desesperada de la posición (1641). También según las fuentes documentales, en Tarragona los hispánicos, rodeados, saquearon la población civil provocando una epidemia mortal de hambre.
Cuando Los Vélez fue relevado, acusado de incompetencia, Olivares nombró a Federico Colonna nuevo jefe militar hispánico en Catalunya, y a Calderón de la Barca como enlace entre el ejército y la corte de Felipe IV. Las fuentes documentales confirman que en esta misión también actuaría como espía personal de Olivares, hasta que este no pudo seguir eludiendo sus fracasos y fue fulminantemente cesado (1643). El fin de Olivares implicaría, también, el fin de la carrera militar de Calderón de la Barca.