Tal día como hoy del año 1912, hace 107 años, en Madrid, moría asesinado José Canalejas y Méndez, en aquel momento presidente del Gobierno. Canalejas fue tiroteado a bocajarro por el militante anarquista Manuel Pardiñas Serrano delante del escaparate de la ―actualmente desaparecida― Librería San Martín, en la esquina de la Puerta del Sol y de la calle Carretas. Canalejas llevaba escolta policial desde el día que había sido nombrado presidente del Gobierno (19 de marzo de 1910), pero, según las fuentes, sus escoltas no fueron capaces de evitar el atentado. Con el asesinato de Canalejas se truncaban los proyectos políticos que pretendían acabar con el caciquismo y con el poder de la Iglesia.

Canalejas, líder del Partido Liberal, tenía una larga carrera política: había sido diputado en las Cortes y ministro del Gobierno en varias ocasiones; y con cuarenta y tres años se había alistado voluntario al ejército colonial español en la tercera Guerra de Cuba (1895-1898). En el transcurso de aquel conflicto se entrevistó en varias ocasiones con Sagasta, entonces presidente del Gobierno, y lo intentó convencer ―sin éxito― de que con la represión armada la única cosa que conseguiría sería incrementar el sentimiento independentista en Cuba. Esta experiencia le valdría cuando, doce años más tarde (1910), accedió a la presidencia del Gobierno: promovió un pacto entre España y Catalunya.

Canalejas pactó con Enric Prat de la Riba (entonces el líder de la Lliga Regionalista, el partido hegemónico en Catalunya) un proyecto de Mancomunitat de Catalunya que tenía que culminar con la restauración del autogobierno. Su asesinato paralizó aquel proyecto, que no se reanudaría hasta pasados dos años (1914) y durante el gobierno conservador de Eduardo Dato. Y si bien es cierto que el anarquismo (la ideología que profesaba el asesino de Canalejas) respondía a la brutal y violenta represión del Estado con más violencia, también lo es que Pardiñas se suicidó ―oficialmente― minutos después de cometer el atentado, y nunca se pudo saber, con precisión, quién había ordenado aquel magnicidio.