Tal día como hoy del año 1705, hace 313 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715), Carlos de Habsburgo, el candidato al trono hispánico de la alianza formada por los países de la Corona de Aragón, los del archiducado de Austria y las potencias atlánticas (Inglaterra, Países Bajos y Portugal), juraba solemnemente las Constituciones de Catalunya, y se convertía, automáticamente, en conde de Barcelona. Aunque, cuando fue proclamado en Barcelona, los ejércitos austriacistas ya controlaban la totalidad del País Valencià, el título condal barcelonés ―príncipe de Catalunya― sería el primer gran cetro que recibiría Carlos de todos los que formaban el conglomerado hispánico.

Carlos de Habsburgo había entrado en Barcelona quince días antes después de un breve asedio de seis semanas (22 de agosto a 9 de octubre) que las tropas aliadas habían impuesto en la ciudad, y que se había resuelto con una revuelta urbana que precipitaría la capitulación. Aquella revuelta no tan sólo ponía de relieve el decidido partido que habían tomado las clases populares a favor de la causa de Carlos de Habsburgo; sino también la profunda desconfianza que despertaba el llamamiento a resistir del virrey borbónico. Fernández de Velasco, que ya había sido anteriormente virrey de Catalunya, había huido precipitadamente de Barcelona durante el asedio francés (1697) que causaría 4.000 víctimas (el 10% de la población de la ciudad).

Mapa francés de Catalunya (1707) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

El ejército aliado que había entrado en Barcelona (22 de octubre de 1705) estaba formado por 9.000 soldados ingleses, neerlandeses, austríacos y valencianos, comandados, respectivamente, por los generales Lord Petersborough, Shrattenbach, Darmstadt y Basset. Habían desembarcado poco antes en las playas de Montgat (Maresma) a bordo de 180 barcos, muchos de los cuales procedían de la campaña de la conquista aliada de Gibraltar (4 de agosto de 1704). Con la toma de posesión de Barcelona, la alianza internacional austriacista pasaba a controlar la práctica totalidad del territorio catalán: un mes antes el Ejército de la Generalitat se había impuesto en la Catalunya Central y en las llanuras occidentales del país.