Tal día como hoy del año 1936, hace 81 años, el president de la Generalitat Lluís Companys creaba el Comité Central de Milicias Antifascistas, organismo responsable en Catalunya de organizar militarmente las diversas fuerzas que luchaban por neutralizar la rebelión militar. Fue, de facto, el órgano efectivo de gobierno de Catalunya entre el 21 de julio y el 27 de septiembre de 1936, desplazando a la Generalitat de sus funciones de política económica y de orden público. La historia ha puesto de manifiesto que la creación de este Comité y la dotación de funciones que se le asignaron fueron un gran error político del president Companys, que tendría graves consecuencias posteriores.
Algunos historiadores argumentan que, con la creación del Comité, Companys pretendía alejar del poder a los anarquistas de la CNT-FAI y los comunistas estalinistas del PCE. Estos colectivos estaban dominados por una profunda y arraigada cultura de la violencia que priorizaba la revolución a la lealtad a la Generalitat y a la República. Otros historiadores sostienen que al president Companys no le quedó ningún otro remedio que aceptar los hechos consumados: el día antes, anarquistas y comunistas habían conseguido apoderarse de miles de fusiles y varias piezas de artillería de los cuarteles militares de Barcelona y se convertían en la primera y principal fuerza armada del país.
Sea como sea, Companys, consciente del peligro que representaban, maniobró para desplazar a anarquistas y comunistas al frente de guerra. Creó el Comité y les cedió las parcelas de defensa y de orden público. Pocos días después, Catalunya estaba sumida en un caos de desgobierno y de arbitrariedades. Anarquistas y comunistas habían creado células en casi todas las capitales comarcales del país —los comités locales—, que actuaban al margen de la ley con absoluta impunidad, practicando detenciones ilegales y ejecuciones criminales de personas vinculadas a la Iglesia, a los partidos políticos de derecha con independencia si eran catalanistas o golpistas y a la prensa de investigación.
Aquel desgobierno contribuyó a fabricar el falso mito, creado y difundido en su momento por los mismos anarquistas y comunistas y actualmente sostenido, curiosamente, por el nacionalismo españolista más reaccionario, que el president Companys había firmado centenares de órdenes de ejecución. La realidad, documentalmente demostrada, es que —arriesgando su posición y su vida— firmó más de 5.000 salvoconductos para proteger a personas amenazadas, algunas de las cuales eran de la jerarquía eclesiástica o militares de alta graduación. Y la realidad es, también, que Companys, consciente de su error, disolvió el Comité para recuperar la legalidad republicana y el control del orden público.