Tal día como hoy del año 1640, tres días después de los sucesos del Corpus de Sangre (7 de junio 1640), la coronela del Consell de Cent de Barcelona —comandada por el conseller en cap de la ciudad— se concentraba en la villa de Sant Andreu para dirigirse al Empordà. Aquella leva respondía a las noticias que el día anterior habían llegado a Barcelona. Según el Dietario de la Generalitat, los Tercios de Castilla se habían librado a la tortura y asesinato de la población civil: “Attès los soldats alojats en lo Empurdà van continuant los excessos ab tant gran excés que no perdonaven la vida, no sols a ningun home natural, però ni a les dones y criatures, trahent los ulls a les velles y las jóvens se les ne aportaven ab les companyies (los Tercios)”.
Aquellos hechos se producían en un contexto de una extrema violencia. El 30 de mayo anterior, el rey hispánico Felipe IV había enviado una misiva oficial a la Generalitat en la que se comprometía a arrestar y castigar a los oficiales y los soldados de los Tercios de Castilla que cometían atrocidades contra la población civil. Pero, en cambio, la reacción de los militares hispánicos había sido multiplicar los robos, saqueos, agresiones, secuestros, torturas, amputaciones y asesinatos contra la población civil desarmada. En aquel escenario de incumplimientos sería cuando el Consell de Cent que, durante los hechos del Corpus de Sangre había mantenido una postura conciliadora, se decantaría a favor de las reivindicaciones de las clases populares a catalanas.
Según el Dietario de la Generalitat, aquel ejército estaba formado por “una companyia de moscaters, gent granada y aprés vint-y-sinch o trenta fileras de cavallers y gent de lustre de la present ciutat, y aprés venia dit senyor conseller, aprés unas quantas fileras de moscaters y aprés altres tantas fileras de cavallers tot gent lúsida de mercaders y ciutadans, y aprés una companyia de cavalls”. La primera acción que llevó a cabo la Coronela de Barcelona sería la de pacificar la ciudad (que todavía estaba afectada por la revuelta del Corpus) y, acto seguido, marcharse hacia Girona, rodeada por los hispánicos, que habían amenazado con tomarla, pasar a cuchillo a sus habitantes y quemarla. Una semana más tarde, la Coronela de Barcelona echaba s los hispánicos de Girona.