Tal día como hoy del año 1984, hace 33 años, se reunían en Mequinensa (Zaragoza) 17 alcaldes –que representaban el 60% de la población aragonesa de lengua y cultura catalanas– y firmaban un documento conjunto comprometiéndose a normalizar el uso de la lengua propia en el ámbito municipal. Al mismo tiempo solicitaban al Gobierno de Aragón la creación de una ley de lenguas que reconociera la realidad sociolingüística de la Franja. Habían pasado 277 años desde que el primer Borbón había suprimido las instituciones aragonesas y, en la Franja, el catalán había perdido su condición de lengua oficial. Desde 1707 la lengua catalana había estado prohibida y perseguida.
Pero sobre todo había sido negada. Los alcaldes insistieron mucho en el punto que definía el nombre de la lengua. Rechazaron los términos localistas –como fragatí o maellà- y los términos coloquiales –como xapurrejat o patuès, amparándose tanto en la lógica histórica como en el posicionamiento coincidente de la comunidad académica filológica. Tanto los lingüistas castellanos –Menéndez Pidal (de reconocida ideología nacionalista espanyola)–, como los catalanes –Badia i Margarit, Nadal, Prats–, como los aragoneses –Andolz, Miral, Saroïhandy– coincidían plenamente que la lengua de la Franja era catalana. El catalán de Aragón se el resultado de la evolución del latín en los antiguos condados catalanes de la Ribagorça, del Pallars y de Urgell.
El proceso expansivo de estos condados –liderados por Barcelona– y la repoblación catalana llevó la lengua hacia Benabarre, Tamarit, Fraga, Maella, Vall-de-Roures, y sus respectivas comarcas. En la etapa histórica de la Confederación catalano-aragonesa (1137-1707) la raya que separaba Catalunya y Aragón fue modificada en muchas ocasiones. Y nunca afectó a la totalidad de la Franja. Desde 1707, definitivamente, la Franja forma parte de Aragón y su sociedad está plenamente identificada con la realidad aragonesa. Una identidad que, los alcaldes firmantes, querían explicar en catalán. La lengua de sus sociedades locales y comarcales. En la medida en que se explicaba en castellano y se reivindicaba también –en otro entorno– ser explicada en aragonés. Un país y tres lenguas.