Tal día como hoy del año 1707, hace 310 años, en el marco de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715) las tropas franco-castellanas del primer Borbón hispánico asaltaban las murallas de Lleida y se entregaban a una saca indiscriminada que culminaría con la ejecución de más de 700 civiles desarmados que se habían refugiado en el convento del Roser. Durante la jornada las tropas franco-castellanas del duque de Orleans y del duque de Berwick asaltaron casas privadas, edificios públicos y templos religiosos y se entregaron al saqueo de todos los objetos de valor que encontraron y, posteriormente, incendiaron y destruyeron buena parte de los edificios de las calles Major, del Carme y de la Magdalena.
El asalto a Lleida venía precedido de un asedio que se había iniciado un mes antes. Entre el 11 y el 12 de septiembre de 1707 el ejército borbónico, formado por 30.000 efectivos, rodeó la ciudad, que estaba defendida por una guarnición militar local y anglo-neerlandesa de 2.500 hombres, y la sometió a un asedio salvaje con el lanzamiento de miles de bombas que destruyeron tanto los baluartes defensivos como las casas situadas a intramuros. El 12 de octubre de 1707, hacia la noche, los invasores penetraron por un boquete de la muralla sobre el Segre —perforada por la artillería de Berwick— y las defensas militares se replegaron hacia la segunda anilla defensiva situada en la cima de la colina de la Seu.
Un grupo de unos 700 vecinos desarmados y aterrados se refugió en el convento del Roser, a medio camino entre la primera y la segunda anilla defensivas. Orleans y Berwick, para intimidar a los resistentes que habían conseguido recluirse en la colina de la Seu, ordenaron asaltar el convento y pasar por el cuchillo a todos los refugiados. Asesinaron a hombres, mujeres, viejos y niños; e hicieron un gran escarnio con sus cadáveres con el propósito de forzar la rendición de la ciudad que todavía resistiría treinta días más. Lleida, que tenía 12.000 habitantes y era la segunda ciudad del Principat, tardaría sesenta años en recuperar los niveles poblacionales y de actividad económica anteriores al asedio.