Tal día como hoy del año 1640, hace 377 años, en el marco de la Guerra de los Segadores (1640-1652) el ejército hispánico del rey Felipe IV comandado por Pedro Fajardo de Zúñiga —marqués de Los Vélez— asesinaba brutalmente a más de 700 personas desarmadas e indefensas que habían sido concentradas en la puerta norte de la muralla de la villa de Cambrils. La población tan solo sobrepasaba los 1.000 habitantes. Fajardo, que dirigía un ejército formado por 23.000 efectivos, había puesto sitio en Cambrils, y después de tres días de combates, a pesar de haber jurado respetar vidas y bienes a cambio de la capitulación, ordenó asesinar a todos los defensores.

Una vez ultimadas las condiciones de la capitulación, Fajardo ordenó que los defensores —miquelets de la Generalitat y vecinos de la villa— salieran a extramuros y entregaran las armas. Cuando los defensores de Cambrils estaban desarmados y concentrados en extramuros, los capitanes hispánicos Suárez de Quiñones y Caracciolo —marqués de Torrecuso— siguiendo instrucciones de Fajardo ordenaron varias cargas de caballería al grito de "¡Cierra!" que trincharon literalmente la mayoría de los concentrados. No satisfecho con la carnicería, Fajardo ordenó que las compañías de infantería remataran a los heridos. Poco después se entregaban al saqueo indiscriminado de la villa intramuros.

Grabado contemporáneo de la masacre de Cambrils / Fuente: Casal popular la Sega de Santa Coloma de Farners

Durante el saqueo se produjeron violaciones, amputaciones y asesinatos de niñas y de mujeres en manos de los soldados hispánicos que habían rematado a los heridos en extramuros. También durante el saqueo, tanto las autoridades civiles como las militares de la plaza que, previamente a las cargas de la caballería habían estado separadas y detenidas, serían ahorcadas a las puertas de la villa: Antoni d'Armengol, comandante del ejército de la Generalitat en Cambrils; sus oficiales Jacint Vilosa y Carles Bertrolà; y el alcalde de la villa y los jurados; serían acusados de los delitos de rebelión y de sedición, y en un juicio sin ninguna garantía procesal serían ejecutados como medida de público escarmiento.