Tal día como hoy del año 1706, hace 312 años, los ejércitos borbónicos francocastellanos comandados por Cristóbal de Moscoso y Montemayor, conde de las Torres de Alcorrín, que desde el Maestrat se dirigían a València, entraban a sangre y fuego en Vila-real (País Valencià) y se entregaban al saqueo, a la matanza indiscriminada de personas desarmadas e indefensas y al posterior incendio de la ciudad. Según las fuentes documentales, en aquel macabro episodio —que duró escasamente unas horas— fueron asesinadas 272 personas, el 10% de la población total de la población. Las mismas fuentes revelan que muchas víctimas fueron degolladas o calcinadas en el interior de sus propias casas. Esta se la causa de por qué, popularmente, se conoce a los villarealeses como "socarrats".
La negativa del pueblo de Vila-real a abrir las puertas de la ciudad sería el detonante del asalto. No obstante, las fuentes revelan, también, que en las horas previas a la masacre los villarealenses habían vivido episodios de tensión entre las clases campesinas y menestrales —partidarias de la causa austriacista— y ciertas oligarquías urbanas —partidarias de la causa borbónica— que confirma la naturaleza social y el carácter revolucionario que el conflicto sucesorio hispánico adquirió en el País Valencià. Las fuentes revelan también que las tropas borbónicas emplearon una especial brutalidad en Vila-real con un propósito ejemplificante y con el claro objetivo de desmovilizar la resistencia foralista en València cap-i-casal y en la mayoría de pueblos del País Valencià.
El año 1706 Vila-real era, con Morella y Castelló, una de las ciudades más importantes y más pobladas de la mitad norte del País Valencià. Tenía representación en las Cortes valencianas. Y su actividad económica se fundamentaba sobre un potente sector agrario, formado mayoritariamente por pequeños campesinos propietarios y arrendatarios, que cultivaban hortaliza y cereal para el consumo local; y aceituna, uva, algarroba y hoja de morera destinadas a los mercados. El saqueo, masacre e incendio de la ciudad, al margen de la irreparable pérdida de vidas humanas, comportó un brusco paro del ciclo de crecimiento de Villarreal, que se remontaba a principios de la centuria de 1500. Hasta pasado medio siglo de la masacre —décadas centrales del siglo XVIII— no se harían evidentes los primeros síntomas de recuperación.