Tal día como hoy del año 1781, hace 239 años, moría en Medina del Campo (Castilla y León) Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada y ministro del rey Fernando VI, que había sido uno de los ideólogos de la Gran Redada (30 de julio de 1739), el operativo ordenado por la monarquía española para detener, concentrar y exterminar, de forma masiva y simultánea, a todas las personas de etnia gitana del reino de España. Aquel operativo, que estuvo vigente hasta la muerte de Fernando VI (1759), se saldó con la muerte de 12.000 personas, una cuarta parte de la población gitana de España.
En Catalunya, en aquel momento, había una comunidad gitana estimada en 5.000 personas, distribuidas, principalmente, en las ciudades de Barcelona (en el barrio del Raval), Lleida (en el huerto de Santa Teresa) y Reus (en el arrabal de Sant Pere). La Gran Redada, en Catalunya, tuvo un impacto menor que en el resto de los dominios borbónicos hispánicos. Según las fuentes de la época, las autoridades municipales catalanas, conocedoras de los planes de Fernando VI y Ensenada, ocultaron buena parte de las familias perseguidas.
También según las fuentes documentales, Fernando VI y Ensenada recluyeron toda la población gitana que pudieron detener: separaron a los hombres de las mujeres y los niños. Enviaron a los hombres a trabajos forzosos a los grandes astilleros militares españoles (Cartagena, Cádiz, Ferrol). En aquellos campos de reclusión y trabajos forzados, las tasas de mortalidad fueron horrorosamente escandalosas: la mayoría de los internos murieron a causa de las enfermedades, la infraalimentación y los brutales maltratos.
En cambio, las mujeres y los niños fueron recluidos en fábricas textiles, principalmente en Aragón y Castilla. Las constantes fugas de los colectivos femenino e infantil y los grupos que habían podido escapar de la persecución serían los que garantizarían la continuidad de la existencia de la comunidad gitana.