Tal día como hoy del año 1702, hace 317 años, el Dietario de la Generalitat anotaba que una representación de la institución se había desplazado al Palacio Real para conocer el estado de salud del rey Felipe V ―el primer Borbón hispánico― que había llegado a la capital catalana el 12 de octubre de 1701 para negociar el donativo de Catalunya a la corona y el nombramiento de conde de Barcelona. Según el Dietario de la Generalitat, Felipe V estaba encamado con fiebre alta y con la cara desmesuradamente inflada y rojiza. El 14 de enero de 1702, cuatro semanas antes, se había alcanzado un acuerdo y se habían clausurado las Cortes, pero Felipe de Borbón y su esposa María Luisa de Saboya no habían emprendido el viaje de retorno a la corte de Madrid a causa de aquella enfermedad.
Con anterioridad, a principios de enero ―en el transcurso de la negociación― Felipe V había sido afectado por unas fiebres tercianas (una infección propia de las zonas pantanosas que se reproduce de forma sistemática) que lo habían obligado a encamarse. Según el Dietario de la Generalitat, los médicos que lo atendían habían descartado la posibilidad de un rebrote. Como también habían descartado que el monarca estuviera afectado por "la enfermedad de la rosa" (la rubéola) o por la viruela. Al día siguiente, sin embargo, la representación institucional catalana que lo visitó de nuevo diría que "va disminuyendo la calentura a la vez que se le desinfla la cara". No obstante, cuatro días más tarde, el 16 de febrero, continuaba encamado y sin posibilidad de emprender el viaje de retorno a Madrid.
Otros documentos afirman que a Felipe V, a pesar de su juventud ―tenía 18 años cuando fue nombrado conde de Barcelona―, se le administraban soluciones de metales para prevenir ciertas crisis. Posteriormente, estas crisis se harían públicas y evidentes en forma de excesos que sus médicos denominarían "melancolía" y confirmarían las sospechas de los representantes catalanes. El transcurso del tiempo revelaría que el primer Borbón hispánico sufría, desde la infancia, una grave enfermedad mental que, actualmente, la ciencia médica denomina trastorno bipolar. Este extremo habría estado deliberadamente ocultado por la corte borbónica de Versalles, con el claro propósito de evitar que Felipe de Borbón fuera rechazado como candidato a suceder a Carlos II, el último Habsburgo.