Tal día como hoy del año 1702, hace 317 años, Joan Gensana, en nombre de la Generalitat de Catalunya, enviaba una misiva oficial al rey Felipe V ―el primer Borbón hispánico― recordándole que, en virtud de las Constituciones de Catalunya de 1599, confirmadas en 1702, la corona hispánica no tenía jurisdicción policial sobre los eclesiásticos catalanes. Y se le recordaba que, en un apartado de las Cortes que había jurado, se decía claramente que cualquier acción de detención y encarcelamiento de un eclesiástico catalán tenía que ser efectuada por los oficiales de los municipios.
Los oficiales de la corona hispánica no podían detener ni encarcelar a ningún eclesiástico catalán, ni siquiera cuando se había cometido algún tipo de presunto delito contra los bienes o los intereses de la corona hispánica. Esta misiva venía seguida de varias detenciones arbitrarias efectuadas por los soldados hispánicos acuartelados en Catalunya; y que se habían resuelto después de una fuerte polémica. Los investigadores historiográficos han interpretado que aquellas detenciones formaban parte de un plan urdido por el virrey borbónico cardenal Portocarrero, que perseguía incendiar el paisaje social y político catalán.
También la investigación historiográfica interpreta que Portocarrero podría haber actuado sin la necesidad de tener el plácet del rey. La misma investigación lo sitúa como el principal conspirador en la maniobra de falsificación del testamento de Carlos II ―el último Habsburgo hispánico―, que facilitó la entronización del primer Borbón. Y aunque su poder político había disminuido desde la llegada de los funcionarios de Versalles que acompañaban a Felipe V, conservaba una posición destacada que en Madrid había generado un dicho referido al rey: “Anda, nene, anda; que el cardenal te lo manda”.