Tal día como hoy del año 1452, hace 565 años, nacía en Sos (Aragón) Fernando de Trastámara y Enríquez; que, en el transcurso de su vida, acumularía sobre su cabeza los títulos de príncipe (hombre principal) de Catalunya, rey de Aragón, rey de València, rey de Mallorca, rey de Sicilia, rey de Cerdeña, rey de Nápoles y rey-consorte –sin poder efectivo– de la corona castellano-leonesa. Aunque nació circunstancialmente en Aragón –su madre estaba en la campaña militar que el rey Juan tenía desplegada en Navarra–, siempre fue considerado catalán. Cuando enviudó de Isabel de Castilla, la corte de Toledo le enseñó el camino de la puerta con la frase: "Viejo catalanote, vuélvete a tu nación".
Fernando era hijo del conde-rey Juan II (hijo del primer rey Trastámara catalano-aragonés) y de Juana Enríquez (la segunda esposa de Juan II e hija del cabecilla de una de las dos facciones nobiliarias en conflicto civil en Castilla). El posterior matrimonio entre Fernando y su prima Isabel se explica en este contexto. Los Trastámara catalano-aragoneses y los Enríquez castellanos tenían firmada una alianza para unificar las coronas de Castilla y de Aragón: el partido aragonés. Con el apoyo incondicional de la cancillería pontificia y de la Iglesia hispánica. Duramente enfrentados a los reyes Trastámara castellano-leoneses y a los Luna (cabecillas de la otra facción en conflicto), partidarios de la unión de las coronas de Castilla y de Portugal: el partido portugués.
El mayoritario partido portugués de la corte castellana aceptó la derrota, después de una serie de sospechosas muertes que desbrozarían el camino al trono de Isabel –el eslabón "aragonés" y "eclesial" en Toledo–, imponiendo la premisa de que Fernando no tendría nunca poder efectivo en Castilla. A partir del hecho, Fernando sumó a su extraordinaria inteligencia y sentido de la praxis unas innatas habilidades conspirativas. Fue señalado como el inductor de numerosas muertes, la de su yerno Felipe –"el hermoso"– incluida. E incluso, él murió en circunstancias nunca explicadas. Con Fernando –el "viejo catalanote"– nació el estigma catalanofóbico, largamente e interesadamente sostenido en Castilla, que dibujaba –y dibuja– los catalanes como seres malvados, mezquinos y traidores.