Tal día como hoy del año 1675, hace 342 años, era públicamente ejecutado en Perpinyà Francesc Puig i Terrats, líder de la resistencia norcatalana llamada Angelets de la Terra, que luchaba por reunificar los condados del Rosselló y de la Cerdanya con el Principat de Catalunya. Hacía un cuarto de siglo que las monarquías hispánica y francesa habían firmado el Tratado de los Pirineos (1659), que cedía los territorios norpirenaicos vascos y catalanes a los Borbones franceses. Pero los roselloneses y los ceretanos no lo aceptaron nunca –el tratado violaba las constituciones catalanas–; y desde el primer momento convirtieron la Catalunya Nord en un foco permanente de rebelión.
Al principio del año 1675 la administración militar francesa en Perpinyà –después de un cuarto de siglo de rebelión catalana– mostraba signos evidentes de agotamiento. En aquel escenario los Angelets de la Terra negociaron una operación militar con la Generalitat –de quienes ya recibían ayuda desde el comienzo– y con el virrey hispánico en Catalunya –Francisco de Tutavila y del Rufo–. La operación, minuciosamente planificada, consistía en invadir militarmente el Rosselló y la Cerdanya desde el sur para desplazar a los franceses hasta la frontera histórica anterior al Tratado de los Pirineos. La operación, negociada y organizada secretamente, quedó abortada por una delación.
La investigación historiográfica apunta claramente hacia la oficina del virrey hispánico. Las fuentes apuntan que Tutavila puso al corriente de la trama al intendant borbónico de Perpinyà. La policía política del régimen borbónico efectuó una serie de detenciones, entre las cuales la de Puig i Terrats; que fue torturado hasta la extenuación y finalmente ejecutado públicamente. Su cadáver fue descuartizado y los restos fueron exhibidos en jaulas situadas en las entradas de la ciudad, como escarmiento público. Y su familia fue expropiada y perseguida. La ejecución de Puig representó un golpe durísimo para la resistencia norcatalana, y marcó el inicio del declive del movimiento.