Tal día como hoy del año 1940, hace 78 años, las autoridades franquistas ordenaban una "saca" de la Prisión Modelo de València que acabaría con el fusilamiento de 31 personas en el campo de tiro de Paterna que habían sido encarceladas por su ideología republicana. Entre estas personas había Vicent Miguel i Carceller que, desde 1912, había sido el editor del semanario satírico y anticlerical La Traca. Vicent Miguel había sido detenido y encarcelado por las autoridades franquistas en las horas inmediatamente posteriores a la caída de València (30 de marzo de 1939); y como el resto de personas que fueron víctimas de aquella "saca", sería fusilado sin ningún tipo de juicio.

Vicent Miguel, nacido en València el año 1890, se había iniciado muy joven en el mundo de la prensa. Con 22 años fue nombrado editor de La Traca ―que desde 1884 publicaba en valenciano― y durante su dilatada gestión (1912-1938) aquella histórica publicación se convertiría en una de las cabeceras más leídas del País Valencià. También durante su dirección La Traca incorporaría contenidos de erotismo que la convertirían en una de las publicaciones pioneras de este género. Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) sufriría sanciones, censura y, finalmente, una orden de cierre que Miguel sortearía con la creación de una cabecera continuista llamada La Chala.

Portada de La Traca (1933) / Fuente: Wikipedia

Con la proclamación de la II República se recuperaría la histórica cabecera de La Traca pero esta pasaría a publicarse en castellano y a distribuirse por todo el Estado español; mientras que La Chala lo seguiría haciendo en valenciano. La Traca alcanzaría puntas de ventas de 500.000 ejemplares semanales; y La Chala ―con suscriptores por todos los dominios lingüísticos catalanes― se situaría en 25.000. Ambas publicaciones dejarían de salir en 1938, cuando la evolución de la Guerra Civil española (1936-1939) hizo imposible continuar la empresa. Miguel sería detenido por los franquistas acusado de dirigir una revista satánica, y sería torturado obligándolo, incluso, a comerse un ejemplar de la publicación.