Tal día como hoy del año 1500, hace 521 años, en Santo Domingo (entonces colonia hispánica de La Española), el juez Francisco de Bobadilla y Maldonado detenía a Cristóbal, Bartolomé y Diego Colón por orden de los Reyes Católicos, y los confinaba y los engrillaba en la bodega de un barco para que fueran conducidos a la península Ibérica. Aquella detención era la culminación de una larga etapa de tensión entre los Colón y la monarquía hispánica, que tenía su origen en las disputas entre los colonos catalanovalencianos y los colonos castellanoleoneses por el control del aparato gubernativo de La Española. Desde el segundo viaje (1493), los Colón habían priorizado a los catalanovalencianos en los puestos destacados de la administración colonial.
Los castellanoleoneses ―dirigidos por un personaje llamado Roldán― habían enviado varias misivas a la cancillería de los Reyes Católicos, en las que difamaban a los Colón y su entorno catalanovalenciano, acusándolos de actuar contra el régimen hispánico y maltratar a la población indígena. Estas misivas serían el pretexto de los reyes Fernando e Isabel para romper unilateralmente el contrato mercantil entre el entorno de Colón y la monarquía hispánica, llamado Capitulaciones de Santa Fe (1492), en un acto que la mayoría de los historiadores actuales catalogan como un auténtico golpe de estado. Cuando los Reyes Católicos perpetraron este golpe de estado, los beneficios que generaba la empresa colombina superaban ampliamente las expectativas iniciales.
Después de la detención y deportación de los Colón, Bobadilla y Roldán depuraron toda la administración colonial: los cargos nombrados por los Colón (mayoritariamente catalanes y valencianos) fueron cesados e investigados, y sustituidos por personajes del partido castellanoleonés. Poco tiempo después, la cancillería hispánica acusó a Bobadilla y Roldán de corrupción y malversación, y envió a Nicolás de Ovando (1502) con una flota de 30 barcos y 2.500 soldados para la desarticulación de aquel estado de corrupción. Bobadilla y Roldán fueron detenidos y engrillados, sin embargo, durante una tormenta que se desató poco después de salir del puerto de Santo Domingo, el barco que los conducía a la península Ibérica se separó del convoy y desapareció misteriosamente.