Tal día como hoy del año 2000, hace 20 años, los consellers de Medi Ambient y de Agricultura de la Generalitat, Felip Puig y Josep Grau, y la ministra de Medio Ambiente del Gobierno, Isabel Tocino, inauguraban el pantano de Rialb (Baronia de Rialb – la Noguera), que, con 402,80 hm3 de capacidad sobre una superficie de 1.505 ha, se convertía en el embalse más grande de Catalunya.
Aquel macroembalse había sido proyectado para regular y garantizar el suministro de agua al canal de Urgell, y al futuro canal Segarra-Garrigues, cuando, precisamente, por toda Europa se estaba sustituyendo el modelo "gran pantano", por el de cadena de "pequeños pantanos" situados en desfiladeros. La construcción del pantano de Rialb provocó una brutal alteración del paisaje y un impacto ecológico de grandes dimensiones.
A pesar de la fuerte oposición de los colectivos ecologistas y de los vecinos de la Baronia de Rialb (la Noguera) a la construcción de aquel pantano, los gobiernos catalán y español presentaron la conclusión de aquella obra como un gran hito. El día de la inauguración, el ingeniero de la obra, Francisco Hijos, declaró a la prensa (La Vanguardia, 15/02/2000) que el pantano de Rialb “es una obra limpia, sin sangre”.
Pero eso no era del todo cierto. La construcción de aquel pantano había significado la inundación y desaparición del pueblo de Tiurana y el desahucio de sus 230 habitantes. Y el mismo día de la inauguración, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Tomàs Sancho, recomendaba a los 20 habitantes del pueblo de Bassella (situado en la cola del pantano) “que abandonen cuanto antes sus casas, por su propia seguridad”.
Con la inundación de Tiurana y de su huerta, se perdió para siempre un patrimonio histórico formado por docenas de casas de los siglos XVII y XVIII, y se sentenció a las familias que las habitaban a la emigración forzosa. Acto seguido, la administración catalana promovió la construcción de un pueblo nuevo en una colina próxima fuera del alcance de las aguas. En la nueva Tiurana se instalaron unos 50 habitantes procedentes de las zonas inundadas.