Tal día como hoy del año 1800, hace 217 años, el doctor Francesc Piguillem —médico de Puigcerdà (Cerdanya)— inoculaba las primeras vacunas contra la viruela de la historia médica de la península Ibérica. Según las fuentes documentales, los receptores de esta primera vacunación fueron cuatro niños de Puigcerdà, y la materia vaccínea que se les inoculó había sido enviada, a petición del Dr. Piguillem, desde París. Once días después, al comprobar que aquellos niños solo habían desarrollado pequeños síntomas, inoculó con éxito a seis niños más, también de Puigcerdà. La vacunación del Dr. Piguillem sería el primer paso para erradicar la enfermedad de la viruela en Catalunya.
La viruela, conocida en Catalunya también como pigota, era una enfermedad grave y contagiosa que afectaba especialmente a la población infantil y que en las epidemias más devastadoras podía causar la muerte de una tercera parte de los infectados. La epidemia de 1791, nueve años antes de la primera vacunación, causó centenares de muertos. Y sería el rebrote de 1800 el que animaría al Dr. Piguillem a poner en práctica el método, que ya había sido probado con éxito en Francia, consistente en la inoculación de materia purulenta obtenida de una plistula de viruela, con el propósito de introducir una viruela debilitada y estimular la inmunidad del organismo humano a la enfermedad.
El éxito de la vacunación del Dr. Piguillem en Puigcerdà se debía a los avances en la investigación del médico británico Edward Jenner (1798), que habían llegado a los cenáculos médicos de Londres y París. La Acadèmia Mèdica Catalana, desde 1776, había trabajado sin éxito con diferentes tipos de materia vaccínea. Sería a partir de la experiencia del Dr. Piguillem que, con el patrocinio de la Acadèmia Mèdica Catalana, se llevarían a cabo los primeros programas de vacunación masiva contra la viruela en Catalunya, que consistirían en la inoculación de materia vaccínea obtenida de personas vacunadas que habían manifestado los síntomas pero que no habían desarrollado la enfermedad.