Tal día como hoy del año 1660, hace 360 años, moría en La Haya (Países Bajos) el político, escritor y empresario agroganadero Jacob Cats, que entre 1636 y 1648 —coincidiendo con la Revolución de los Segadores (1640-1652) y la proclamación de la I República Catalana (1641)— había sido gran pensionario de los Países Bajos, cargo equivalente a presidente del gobierno neerlandés. Durante el mandato de Jacob Cats, los gobiernos neerlandés y catalán firmaron un acuerdo de intercambio de conocimientos profesionales y comerciales (1640-1641), promovido por el president Pau Claris, y que sería el primero de la historia de Catalunya. El plenipotenciario catalán que firmó aquel acuerdo sería Joan Pere Fontanella, secretario de estado del president Claris.
Aquel acuerdo consistía en promover estancias cortas de negociantes catalanes en los Países Bajos y de negociantes neerlandeses en Catalunya. Fruto de estos intercambios, el modelo de fabricación catalán se revolucionaría: se consolidaría el modelo de fabricación de textiles y de alcoholes destinados a la exportación, principalmente hacia los Países Bajos e Inglaterra. La recuperación económica de Catalunya después del conflicto de los Segadores (1652) y la creación de las primeras compañías catalanas de comercio internacional (la Santa Creu, 1690; y la Nova de Gibraltar, 1708) se deben a la ideología "Catalunya, la Holanda del Mediterráneo", hija de este acuerdo. Después del conflicto de los Segadores (1652), los Países Bajos se convertirían en uno de los principales socios comerciales de Catalunya.
Otra consecuencia de aquel acuerdo sería la introducción de inversiones neerlandesas en Catalunya. En aquel momento, los Países Bajos eran una potencia emergente, y sus negociantes —que competían con los ingleses— tenían mucho interés en controlar los circuitos de producción y exportación catalanes que alimentaban los canales de distribución neerlandeses. Durante aquella etapa se materializó una gran cantidad de alianzas comerciales entre negociantes catalanes y neerlandeses. Una de las personalidades más destacadas en estas relaciones comerciales sería Arnold Jäger, naturalizado catalán y que el régimen borbónico señaló como chivo expiatorio en la maniobra que tenía el propósito de destruir el eje comercial Catalunya-Países Bajos-Inglaterra (1702).