Tal día como hoy del año 1492, hace 529 años, en las escaleras del Palau Reial de Barcelona (en la actual plaça del Rei); Joan Canyamars perpetraba un atentado contra Fernando el Católico, que acabó con el conde-rey herido de gravedad, y el agresor detenido y encarcelado. Durante los días inmediatamente posteriores, Canyamars fue brutalmente torturado. Según las fuentes documentales, cuando la justicia real dictó la orden de ejecución, Canyamars no era más que un despojo humano. Mientras tanto, Fernando —junto a Isabel de Castilla— se retiró al monasterio de Sant Jeroni de la Murtra, en Badalona, donde —también según las fuentes— se recuperó con relativa rapidez.
Aquel atentado se produjo aprovechando que los Reyes Católicos estaban en Barcelona negociando con los representantes de la monarquía francesa la devolución de los condados del Roselló y de la Cerdanya. Estos territorios ultrapirenaicos habían sido empeñados por el conde-rey Juan II (el padre y antecesor de Fernando el Católico) al inicio de la Guerra Civil catalana (1462-1472) que enfrentó a la corona, las clases mercantiles y el campesinado de remensa, por una parte; y la aristocracia terrateniente, por otra. Juan II, necesitado de financiación para afrontar aquel conflicto, había obtenido un préstamo de la corona francesa y había presentado como garantía los condados catalanes ultrapirenaicos.
Pasados veinte años el préstamo continuaba pendiente de amortizar y la corona francesa pretendía ejecutar la garantía (ya habían invadido militarmente el Roselló y la Cerdanya). Por otra parte, la Revolución remensa, uno de los cantos de aquel conflicto civil, no se había resuelto a plena satisfacción del campesinado oprimido. La Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), dictada por Fernando y que tenía que poner fin al conflicto, no contemplaba todas las reivindicaciones remensas, en gran parte porque el Católico jugaba a dos bandas: quería satisfacer a los campesinos; pero también pretendía atraer a la nobleza rebelde a su proyecto político preabsolutista e hispanista.
Según las fuentes documentales, Joan Canyamars apuñaló a Fernando en el hombro, con la voluntad de matarlo, por qué "no había actuado por el bien común"; y, como buena parte del partido remensa, se consideraba traicionado por el Católico.