Tal día como hoy del año 1714, hace 304 años, Jorge de Hannover ―que seis semanas antes había sido nombrado rey de Inglaterra, de Escocia, de Gales y de Irlanda― llegaba a Londres para hacer efectivo el acuerdo del Parlamento británico que se tenía que materializar con la ceremonia de coronación. Jorge de Hannover, que reinaría como Jorge I y que sería el primer monarca británico de la dinastía Hannover (1714-1901), llegaba al trono de Londres después de la muerte sin sucesión de la reina Ana, última soberana de la casa Stuart y prima-hermana de su madre Sofía del Palatinado. La inesperada muerte de Sofía, que había sido nombrada heredera del trono británico y que no sobrevivió a la reina Ana, precipitarían la elección y la coronación de Jorge.
Pero allí donde la política de Jorge de Hannover y la de las instituciones catalanas se encontró fue en el transcurso de la última fase del conflicto sucesorio hispánico, denominado Guerra de los Catalanes (1713-1714). Jorge de Hannover, incluso antes de su nombramiento como heredero al trono británico, se convirtió en uno de los más destacados defensores del Caso de los Catalanes en la esfera internacional. Se tiene constancia de que mantuvo intensas negociaciones con los embajadores catalanes en La Haya ―Felip de Ferran― y en Londres ―Pau Ignasi de Dalmases―. Cuando Jordi de Hannover llegó a Londres, incluso antes de ser coronado, ya encontró un escenario político favorable ―gobernaban de nuevo los Whigs― y dio la orden de armar un grupo naval de guerra que se tenía que dirigir a auxiliar Barcelona.
Las noticias que, posteriormente, llegarían a la cancillería de Londres alterarían los planes de Jorge I. Barcelona había capitulado cinco días antes de la llegada de Jorge I a Londres. Y Cardona, la última plaza anti-borbónica del Principat, lo hacía, reveladoramente, el mismo día que el Hannover ponía los pies en Inglaterra. Nunca sabremos qué habría pasado si Jorge I hubiera llegado antes a Londres. O si Barcelona y Cardona hubieran conseguido resistir unas semanas más. Pero seguro que la guerra habría dado un vuelco imprevisible.