Tal día como hoy del año 1931, hace 91 años, en el balcón del Palau de la Generalitat ―en la plaza de Sant Jaume de Barcelona―, Francesc Macià i Lluçà, fundador y líder de Estat Català (1922), primer partido independentista de la historia de Catalunya, y de la plataforma ERC (que agrupaba dos partidos independentistas y dos partidos federalistas), proclamaba la República Catalana como un estado de la Federación de Pueblos Ibéricos. Cuando se produjo este hecho, algo más tarde de mediodía, hacía poco más de una hora que se habían hecho públicos y oficiales los resultados de las elecciones municipales del 12 de abril, que en Catalunya habían dado el triunfo a los partidos republicanos.
Aquellos comicios, los primeros desde el golpe de estado militar de 1923, adquirieron un fuerte componente plebiscitario que, con los resultados en la mano, precipitaron los acontecimientos. Macià se reveló como un extraordinario estratega político: lanzó una proclama que sabía que, de manera inmediata, no tenía recorrido, pero que obligaba el poder español a mover ficha. Tan sólo unas horas más tarde, los elementos más representativos de las fuerzas políticas monárquicas y republicanas se presentaban en el Palacio de la Zarzuela de Madrid e invitaban al rey Alfonso XIII a abandonar España. Acto seguido, se constituía el primer gobierno provisional de la II República española.
Y tan sólo unos días después, tres ministros del nuevo gobierno provisional de la República Española volaban hasta Barcelona y se entrevistaban con Macià ―en aquel momento, el hombre fuerte de Catalunya―. En aquella cumbre pactaron la retirada de la proclama a cambio de la restauración de la institución histórica del autogobierno catalán: la Generalitat. También se pactó que la Generalitat asumiría, provisionalmente, una serie de competencias que serían recogidas y confirmadas en el posterior redactado de un Estatuto de Autonomía, que tenía que contemplar el derecho a la autodeterminación. De este modo, Macià culminaba con éxito la primera fase de su proyecto político.