Tal día como hoy del año 1964, hace 53 años, el gabinete del primer ministro británico Alec Douglas-Home –del Partido Conservador– ultimaba los detalles para hacer efectiva la independencia de Malta. Siete meses más tarde –el 21 de septiembre de 1964– se hacía efectivo el traspaso de poderes y la constitución de Malta como estado miembro de la Commonwealth. Era la primera vez en su larga historia que Malta se convertía un Estado soberano e independiente. Durante los 6.000 años de historia documentada de la sociedad maltesa siempre había estado bajo dominación de potencias extranjeras. Los catalanes dominaron la isla durante dos siglos y medio (1282-1530) y la huella de su presencia ha quedado como una influencia cultural decisiva en la sociedad maltesa.
La presencia catalana se inicia en el contexto de la expansión mediterránea. Sicilia había pasado a formar parte del edificio político catalano-aragonés, y Malta –situada estratégicamente– fue incorporada para tener la llave del paso marítimo entre el Mediterráneo occidental y el oriental. Con esta operación la corona de Aragón –con el apoyo de la república de Génova– ganaba definitivamente el conflicto que mantenía con el reino de Francia por el control del Mediterráneo occidental; y facilitaba la incorporación futura de Cerdeña y Nápoles al edificio político catalano-aragonés. Durante 248 años el aparato politico-militar y la burguesía mercantil fueron catalanas, y el catalán fue la lengua de la administración, de la cultura y de los negocios.
Esta presencia ha quedado en forma de testimonios muy relevantes en la lengua maltesa actual. El investigador y conferenciando Pere Alzina –de Arenys de Mar– ha llevado a cabo un estudio que demuestra que un porcentaje muy elevado –entre un 15% y un 20%– de vocablos del maltés actual son de origen catalán. Esta influencia es especialmente perceptible en el corpus léxico naval y en el zoológico –sobre todo en el ornitológico–. Esta influencia también es perceptible en los nombres de algunas calles y edificios históricos de La Valetta –la capital–. Un testimonio importantísimo que se explica por la influencia que aquellas élites catalanas medievales ejercieron sobre la lengua –del tronco de las semíticas– y sobre la cultura –de la familia del Mediterráneo oriental– de los habitantes de Malta.
Los poderosos caballeros hospitalarios –radicados a la isla de Rodes– habían perdido su casal a causa de la expansión turca. El año 1530 Carlos I –el nieto de los Reyes Católicos– cedió el dominio de Malta a la orden de San Juan de Jerusalén –los caballeros hospitalarios–, para que establecieran la nueva sede. Las élites catalanas fueron desplazadas del poder, pero el catalán mantuvo el status de lengua de cultura. Hizo mucho el hecho de que buena parte de sus grandes maestros eran catalanes. Durante el periodo de dominación hospitalaria (1530-1798) cinco grandes maestros y dos obispos recogieron al testigo de la etapa anterior, pero el catalán –que se estima que había sido una lengua comprendida e incluso hablada por una mayoría de la población– quedó como una lengua de los círculos estrictos del poder.