Tal día como hoy del año 1648, hace 370 años, los representantes de la monarquía hispánica, por un lado, y los de las Provincias Unidas de los Países Bajos, por el otro, se reunían en Münster (Westfalia-Alemania) y firmaban el tratado de paz del mismo nombre que certificaba el reconocimiento de la independencia neerlandesa. A pesar de que los Países Bajos hacía tres cuartos de siglo que ya actuaban como un estado independiente de facto, aquel tratado pondría fin a las hostilidades que los estados firmados habían mantenido durante casi cien años. También aquel tratado pondría de relieve que la monarquía hispánica, con un importante frente de conflicto abierto en Catalunya, priorizaba el dominio del Principat al de los Países Bajos.
Aquel tratado de paz, firmado en nombre de la monarquía hispánica por el ministro Gaspar de Bracamonte Guzmán (pariente del entonces defenestrado Olivares) era también el reflejo de la política de la cancillería de Felipe IV —el rey hispánico—, que enfangado en la Guerra de los Segadors (1640-1652) contra Catalunya y Francia, había decidido cerrar el frente de guerra en Flandes para concentrar todas sus fuerzas militares en la conquista y sometimiento de Catalunya. Las fuentes revelan que en la cancillería de Madrid había una minoría partidaria de buscar una paz con la cancillería de Versalles, aunque eso representaba asumir una Catalunya independiente en la órbita política y militar francesa.
Mapa político de Europa (1650)
La historiografía española ha insistido en que, en Madrid, se impondría priorizar el dominio sobre Catalunya para evitar que la monarquía francesa —que les disputaba el liderazgo continental— pudiera disponer de una plataforma territorial en la península. Pero la investigación historiográfica de las fuentes revela que la revolución de Catalunya (1640-1652) había abierto la "caja de Pandora" del modelo de estado que pretendía imponer Castilla: en 1640 se había proclamado la independencia de Portugal, en 1641 se había desarticulado un complot que aspiraba independizar Andalucía y en 1648 estaban triunfando las revueltas anti-hispánicas de Navarra y de Nápoles.