Tal día como hoy del año 992, hace 1.027 años, moría en La Seu d'Urgell el conde Borrell II, soberano de los condados independientes de Barcelona, Girona, Osona y Urgell. Borrell II, era nieto del conde Wifredo I –nombrado el Velloso– y tataranieto del conde Bellón de Carcasona –fundador de la estirpe condal Bellónida, que había destacado por su lealtad en la estirpe carolingia. Borrell pasaría a la historia como el primer conde catalán independiente (985). Sus herederos y sucesores –sus hijos– Ramon Borrell I (en los condados de Barcelona, de Girona y de Osona) y Armengol I (en el condado de Urgell) actuarían de forma plenamente independiente del poder franco.
Borrell II había nacido en Barcelona el año 927 y era el tercer hijo del conde dependiente Suniario I (de Barcelona, de Girona, de Osona y de Urgell) y de Riquilda (hija de Armengol, conde dependiente de Roergue, Carcí, Nimes y Albi; y bisnieta de Ramon de Tolosa, marcara de Gotia y miembro de una de las casas occitanas más leales a la estirpe carolingia). Borrell II alcanzó la dignidad condal por la muerte prematura de sus dos hermanos mayores (Armengol y Miró). Durante su gobierno (947-992), tuvo que hacer frente en la campaña militar del caudillo árabe Al-Mansur (985) que destruyó la ciudad de Barcelona y la parte sur de su condado.
La historiografía tradicional ha insistido mucho en que la independencia de facto (la no renovación del pacto de vasallaje) se produjo a causa de aquella campaña militar árabe. Se argumenta que Borrell II solicitó ayuda militar a su patrón Lotario I de Francia y que el silencio y la inacción de París impulsaron la desafección catalana. Esta fue una causa importante. Pero también es cierto que la corte de París estaba inmersa en una guerra entre ramas menores de la estirpe carolingia que había paralizado toda la obra de gobierno. La entronización de la dinastía Capet (987) –y la desaparición de la dinastía carolingia– sería otra de las causas decisivas que explican la independencia catalana.