Tal día como hoy del año 1940, hace 79 años, un pelotón de la policía militar del régimen nazi alemán detenía a Lluís Companys, presidente de la Generalitat en el exilio y a su sobrino, Francesc Ballester. Aquella detención se produjo en La Baule-les-Pins, un barrio costero de la localidad de Ar Baol-Skoubleg (Bretaña-Francia), en la zona francesa ocupada por los alemanes. En la localización y detención del presidente Companys, participó la oficina de representación del régimen franquista español en París. En aquel operativo de detención y posterior interrogatorio estuvo presente el policía español Pedro Urraca Rendueles, adscrito a aquella oficina.
Sólo dos días antes de la detención, el jefe del estado español, Franco, había nombrado ministro de asuntos exteriores al destacado falangista y reconocido filonazi Ramon Serrano Suñer, conocido popularmente como "el cuñadísimo", por su relación de parentesco con el dictador. Serrano Suñer, tan pronto como puso los pies en el ministerio, solicitó al régimen nazi alemán incrementar la persecución a los principales políticos republicanos exiliados en la Francia ocupada, prioritariamente la del presidente de Catalunya. La buena sintonía entre Serrano Suñer y los máximos dirigentes del régimen nazi alemán, daría como resultado la inmediata detención del presidente Companys.
Durante muchos años se sostuvo la teoría de que el presidente Companys había sido detenido por la Gestapo, la temible policía política del régimen nazi alemán. No obstante, el historiador Josep Benet demostraría que el operativo de detención fue dirigido por la Wermacht (el ejército de ocupación alemán), aunque habían sido la Gestapo y la Gendarmería francesa intervenida por el régimen nazi de Berlín las que habían localizado al presidente. Justo después de la detención, el presidente Companys sería trasladado a la prisión de La Santé (en París), donde sería interrogado por las policías nazi y franquista. El 29 de agosto sería entregado al régimen franquista sin ningún tipo de protocolo de extradición.
Tanto el régimen franquista como la prensa cautiva de la época silenciaron totalmente la detención y extradición del presidente Companys.