Tal día como hoy del año 1973, hace 44 años, moría en Santiago (Chile), Ricardo Reyes Basoalto, conocido como Pablo Neruda, poeta y premio Nobel de Literatura que 44 años antes había jugado un papel decisivo por salvar la vida de 2.500 exiliados republicanos, buena parte de los cuales eran catalanes. Pablo Neruda había conocido Barcelona el año 1934, en calidad de cónsul general de Chile en la capital catalana. Posteriormente ejercería la misión diplomática en Madrid y en París. Y estaría en la capital francesa donde trabajaría incansablemente para dar una salida a 2.500 refugiados republicanos que, completamente desasistidos por el Estado francés, malvivían en condiciones más que precarias.
El año 1939, acabada la Guerra Civil española, el exembajador republicano en Chile —el vasco Rodrigo Soriano— obtuvo el compromiso del gobierno chileno para acoger una cuota de 2.500 refugiados republicanos. Aguirre, presidente de Chile y descendiente de vascos, nombró Neruda responsable de la operación; y este buscó la financiación a través de las organizaciones de solidaridad radicadas a los países del cono sudamericano. Consiguió alquilar el Winnipeg, un mercante de bandera francesa propiedad de una naviera de Le Havre, que se tuvo que readaptar para la misión. El 4 de agosto partía de Puillac, cerca de Burdeos, y el 3 de septiembre llegaba a Valparaíso (Chile)
Neruda se responsabilizó del proceso de selección de las personas que serían embarcadas. Priorizó los reagrupamientos de familias dispersas en varios campos de refugiados y los niños que habían quedado huérfanos. Años más tarde algunas de estas personas alcanzarían un papel destacado en el mundo cultural y empresarial del país de acogida. Es el caso de los catalanes Montserrat Julió (actriz, escritora y directora de cine y teatro), Miquel Cunillera (médico), Roser Bru (pintora y grabadora) o Josep Balmes (pintor). Cuando, años más tarde, Neruda fue galardonado con el Nobel de Literatura, declararía que el Winnipeg fue el mejor poema de su producción.