Tal día como hoy del año 1936, hace 83 años, el Parlament de Catalunya, suspendido por el gobierno de la República española después de los hechos del Seis de Octubre (1934), reabría sus puertas y recuperaba sus funciones y actividad. El Parlament había sido suspendido por orden del Consejo de Ministros de la República ―presidido por el anticatalanista Alejandro Lerroux― simultáneamente a la detención y encarcelamiento del Govern de Catalunya (president y consellers) y a la intervención de la Generalitat. Durante dieciséis meses (entre el 7 de octubre de 1934 y el 16 de febrero de 1936), la coalición gubernamental formada por la CEDA, de Gil-Robles, el PRR, de Lerroux, y el Partido Agrario, de Martínez de Velasco, mantuvieron la suspensión paralelamente a la intervención de la Generalitat y al encarcelamiento del Govern de Catalunya.
El 16 de febrero de 1936, se celebraron las terceras elecciones generales de la República española. Los partidos de izquierda (españoles y catalanes) habían acudido a aquellos comicios con la promesa electoral que restaurarían la soberanía y la dignidad de las instituciones catalanas y la amnistía del gobierno catalán. Esquerra Republicana, que presentaba al president encarcelado Lluís Companys como cabeza de lista, obtuvo los mejores resultados de su historia en unas elecciones generales (37 diputados) y se convertían en la quinta fuerza política en las Cortes republicanas. Sumados a los resultados del PSOE ―de Indalecio Prieto― (99 diputados), la Izquierda Republicana ―de Manuel Azaña― (87 diputados), la Unión Republicana ―de Martínez Barrio― (38 diputados) y el PCE ―de José Díaz y Dolores Ibárruri― (17 diputados), reunían 278 de los 473 escaños en las Cortes Republicanas.
No obstante, la prensa catalana de ideología conservadora (que había dado apoyo a las candidaturas de la Lliga Catalana-Front d'Ordre, herederos de la Lliga Regionalista, las grandes derrotadas en aquellos comicios) manifestaba abiertamente sus dudas a la necesidad de reabrir el Parlament. El diario La Vanguardia, en un editorial publicado en la edición del 25/03/1936, decía textualmente: “Tal vez haya sido un error para Cataluña ir a la creación de un Parlamento de tipo arcaico, como pieza maestra de su régimen autonómico. Se podría gobernar muy bien la región, sin ese órgano farragoso y pasado de moda, demasiado semejante en miniatura al Congreso de Madrid (...) En este aspecto, hay que reconocer que el régimen municipal de Cataluña es inmensamente superior a su régimen parlamentario”.