Tal día como hoy del año 1641, hace 377 años, moría en Barcelona el 94º president de la Generalitat y presidente de la primera República catalana Pau Claris i Casademunt. El president Claris había enfermado repentinamente siete días antes, el 20 de febrero de 1641, y acabaría muriendo en sus estancias del Palau de la Generalitat a las doce menos cuarto de la noche del 27 de febrero de 1641. Inicialmente se había pensado que había muerto a causa de una intoxicación. Pero las investigaciones recientes llevadas a cabo por el profesor Antoni Simón i Tarrés, de la Universitat Autònoma de Barcelona, revelan que Claris fue envenenado con acqua di Nápoli, un potente veneno muy usual en las cortes europeas de la época, que tenía la particularidad de que no era perceptible por la ciencia forense de la época.
Pau Claris, nacido en Barcelona el 1 de enero de 1586, era hijo de una familia con una larga tradición de juristas. Estudió la carrera de Derecho Civil y Canónico a la Universitat de Barcelona entre 1604 y 1612. Y el mismo año que concluyó los estudios pasó a ocupar una plaza funcionarial en la diócesis de Urgell. En el ejercicio de su función destacaría en conflictos como el rescate de las rentas eclesiásticas catalanas, que habían sido secuestradas por la monarquía hispánica, o en la prédica en catalán en todo el territorio del Principat contra la voluntad de la jerarquía hispánica que pretendía imponer el castellano. El año 1638 era elegido president de la Generalitat en su calidad de representante del brazo eclesiástico a la Diputación Permanente (el órgano permanente de las Cortes catalanas).
Pau Claris, miembro de una prestigiosa generación de intelectuales de la época, en su calidad de president, gestionaría la crisis y el estallido de la Revolución de los Segadors que condujo a la proclamación de la primera República catalana (16 de enero de 1641). Después de su inesperada muerte, ya existió la sospecha de que el president Claris había sido envenenado. En un primer momento las clases dirigentes catalanas señalaron la posible intervención de agentes hispánicos infiltrados entre el servicio de Palau. La carta que el militar Roger de Bossost —señor de Espenan— (máxima autoridad del ejército aliado francés en Catalunya) envió al cardenal Richelieu (ministro plenipotenciario de la monarquía francesa) apuntaba claramente en esta dirección.