Tal día como hoy del año 1962, hace 55 años, se producía una riada en la comarca del Vallès Occidental, que se saldaría con el trágico balance de 441 muertos y 374 desaparecidos. También se perdieron centenares de viviendas y docenas de fábricas, principalmente en Terrassa, en Rubí, en Sabadell, en Sant Quirze, en Cerdanyola, en Ripollet, en Mollet y, en menor medida, en otras poblaciones del Vallès Oriental y del Maresme. Se estimó que las pérdidas materiales se elevaban a 2.700 millones de pesetas, el equivalente actual aproximado a unos 1.000 millones de euros. La comunidad internacional señaló a los dirigentes franquistas como los responsables de la tragedia.
Las zonas más afectadas por la riada fueron los arenales de las rieras de Rubí, del Palau y de las Arenas; y de los ríos Llobregat, Besós y Ripoll. Durante los años inmediatamente anteriores, los propietarios de los terrenos —personas muy relacionadas con el régimen franquista— habían conseguido que los ayuntamientos —gobernados por elementos del aparato político franquista— autorizaran la construcción de viviendas y de fábricas sobre las zonas inundables, a pesar del evidente peligro que representaba. Eran los años de las primeras oleadas inmigratorias procedentes del sur peninsular y la zona que resultaría devastada se había llenado de familias de extracción humilde y de condición obrera.
Aquella madrugada del 25 de septiembre cayeron 212 litros por metro cuadrado en menos de tres horas. Rieras con caudales insignificantes alcanzaron máximos de 5.000 metros cúbicos por segundo; y los barrios de las Arenes y del Escardívol —en Rubí—; de Egara —en Terrassa— y de los Rosales —en Sant Quirze— desaparecieron literalmente arrastrados por las aguas. También algunas fábricas del "triángulo de la muerte" quedarían materialmente arrasadas. La riada del Vallès fue un golpe durísimo para miles de familias humildes que, cargadas de dignidad, habían hecho el camino del emigrante para dar un futuro a sus hijos. Y para docenas de empresarios que vieron arruinado su proyecto y su patrimonio.
El régimen franquista, superado por los acontecimientos, fue incapaz de dar una respuesta. Ni de auxilio a las víctimas ni de exigencia de responsabilidades. La ayuda llegó vía internacional —a través de organizaciones humanitarias que tendrían verdaderos problemas en las aduanas españolas; de la solidaridad popular catalana y española y de la Iglesia catalana a través de los grupos de escoltas. Los efectos de la riada se prolongarían durante más de un año, tanto en la zona directamente afectada como en su periferia, en forma de infraestructuras viales que habían quedado inutilizables. Hasta pasados varios años, el régimen franquista no tomaría medidas para evitar nuevas catástrofes.