Tal día como hoy del año 1567, hace 455 años, en Cagliari (entonces reino catalanoaragonés de Cerdeña), moría el monje franciscano Salvador Pladevall i Bien, conocido como Salvador de Horta, que, en el transcurso de su vida, había adquirido una gran fama como persona que obraba milagros. Fray Salvador de Horta nació en Santa Coloma de Farners (la Selva) en 1520 y, después de quedar huérfano y criar a su hermana pequeña Blaia, consagró su existencia a la vida religiosa, pasando por varios conventos: Montserrat, Santa Maria de Jesús de Barcelona, Tortosa, Bellpuig, Horta de Sant Joan (de donde tomaría el nombre), Reus, Madrid y, finalmente, Cagliari.
Las historiadoras Maria Carme Bartés y Carme Hereu, en su libro Colomencs il·lustres relatan que cuando Salvador de Horta llegó a Madrid, ya era un personaje conocido y que el rey hispánico Felipe III lo quiso conocer. Y revelan que en la entrevista que mantuvieron, Salvador de Horta siempre se dirigió al rey en catalán. En ningún lugar se dice si el rey pudo seguir las explicaciones de Pladevall, o tuvo que ser asistido por un traductor. Sin embargo, considerando que, desde Fernando el Católico, los reyes de la monarquía hispánica nunca tuvieron ningún interés por conocer la lengua de sus súbditos de habla catalana, es muy probable que interviniera un traductor.
La leyenda explica que estando en el convento de Horta de Sant Joan (Terra Alta), llegó una pareja procedente de Castilla que llevaban a una niña sordomuda, con la esperanza de que fray Salvador, que ya tenía fama de obrar milagros, consiguiera que la criatura hablara. Según la leyenda, fray Salvador obró un milagro y la niña empezó a hablar, pero lo hizo en catalán. Los padres de la criatura, indignados, protestaron a fray Salvador, exclamando que no entendían ni una pizca de lo que decía su hija. Y fray Salvador los calmó, explicándoles que la niña hablaba catalán porque estaba en Catalunya, pero que cuando volvieran a su país empezaría a hablar en castellano.