Tal día como hoy del año 1933, hace 86 años, se celebraban las segundas elecciones generales de la II República española (1931-1939). Aquellos comicios se convocaron dos años antes de agotar la legislatura iniciada poco después de las elecciones generales de 1931. Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República, había disuelto las Cortes españolas por la imposibilidad de resolver la crisis que afectaba a la alianza de gobierno entre los principales partidos de alcance estatal resultantes de las elecciones de 1931: el PSOE (dirigido por Largo Caballero), el Partido Republicano Radical (dirigido por Lerroux) y el Partido Republicano Radical Socialista (dirigido por Marcel·lí Domingo).

Las de 1933 fueron las primeras elecciones generales españolas de sufragio universal. Las mujeres ya habían votado con anterioridad: el precedente más remoto había sido el referéndum del mercado de Canet (16 de abril de 1933); pero nunca lo habían podido hacer en unas elecciones generales. En el conjunto estatal, se produjo un descalabro de las izquierdas y los grandes ganadores serían los partidos de derecha: la CEDA de Gil-Robles, el PRR de Lerroux y el Partido Agrario de Martínez de Velasco, que quedarían en primera, segunda y cuarta posición respectivamente. El PSOE, que había ganado las elecciones de 1931, pasaría de 115 a 58 diputados y quedaría relegado a la tercera posición.

En cambio en Catalunya, la ERC (liderada por Lluís Companys, entonces presidente del Parlamento), que había ganado ampliamente las elecciones municipales y las generales de 1931 y las del Parlament de 1932, resistiría relativamente bien el embate de la derecha. A pesar del espectacular incremento de la Lliga Catalana (heredera de la Lliga Regionalista de Francesc Cambó) que pasó de cuatro a veinticuatro diputados; la derecha ―globalmente― no conseguiría superar el bloque de las izquierdas, liderado por el ERC y sus confluencias (Unión Socialista y Unió de Rabassaires) que pasaban de treinta y siete a veintiséis, pero conservaban su condición hegemónica en Catalunya.

La tensión entre el nuevo ejecutivo español y el gobierno catalán desembocaría en los Hechos del Seis de Octubre (1934). La intervención armada y judicial española se saldaría con 74 muertos, 252 heridos, 1.400 desahuciados, 3.400 encarcelados, la condena a reclusión del gobierno de Catalunya, y la práctica liquidación de la Generalitat y del Parlament de Catalunya.