Tal día como hoy del año 1755, hace 266 años, hacia las 9.00 de la mañana, se producía un terremoto de intensidad XII en la escala de Mercalli y con epicentro en el océano Atlántico, a unas cien millas marinas al suroeste del cabo de Sao Vicente (en el extremo suroriental peninsular), que destruyó totalmente la ciudad de Lisboa, causó daños muy importantes en varias ciudades del Algarve y de Andalucía (Ayamonte, Lepe, Cádiz) y provocó varios fenómenos geológicos por toda la península Ibérica. Justo después del terremoto, un tsunami con olas de hasta veinte metros de altura golpeó las costas atlánticas peninsulares.

Sólo en Lisboa aquel terremoto provocó el hundimiento del 80% de los edificios de la ciudad y el tsunami barrió, literalmente, los barrios portuarios. Después del terremoto y del tsunami, se declaró un incendio de grandes proporciones, causado por las velas domésticas y los cirios de los templos religiosos. Según las fuentes documentales y la investigación historiográfica, aquel conjunto de fenómenos asociados provocaría la muerte de unas 40.000 personas (el 20% de la población de la ciudad). También, según la investigación historiográfica, se estima que aquella catástrofe representó una pérdida del 50% del PIB de Portugal.

En Catalunya, la acción combinada del terremoto y del tsunami provocó una brutal alteración de las aguas subterráneas que se manifestó en forma de desprendimientos, aludes y licuefacción del suelo (una transición repentina de un estado sólido a uno líquido pesado). Según las fuentes documentales, se produjeron varios episodios de licuefacción en las proximidades de Vic y de Manresa. Y en la montaña de Montserrat, un acuífero saturado reventó y produjo un boquete de grandes dimensiones que provocó la emergencia de aguas calientes en superficie y que, poco después, serían canalizadas y estancadas y convertidas en el balneario de la Puda de Montserrat.