Tal día como hoy del año 1714, hace 305 años, en Rasttat (entonces margraviato de Baden y actualmente land de Baden-Württemberg), los representantes diplomáticos del archiducado de Austria ―Eugenio de Savoya― y del reino de Francia ―Claude Louis de Villars― firmaban un tratado internacional de paz que ponía fin al conflicto que, desde 1701, habían mantenido estas dos potencias por el control de la monarquía hispánica (Guerra de Sucesión). Aquel tratado era la continuación de un acuerdo internacional anterior ―el Tratado de Utrecht de 1713― que se había traducido en la retirada del conflicto de las potencias internacionales aliadas de la causa austriacista (Inglaterra, Países Bajos y Portugal).
En aquel tratado de paz, la monarquía borbónica francesa ―en nombre de la monarquía borbónica hispánica― cedía al archiducado de Austria buena parte del dominio de los estados catalanoaragoneses en la península italiana (Nápoles y Cerdeña), buena parte de los estados borgoñones que habían sido la herencia paterna que Carlos de Gante ―nieto de los Reyes Católicos― había aportado al edificio político hispánico (Países Bajos hispánicos) y la totalidad de las posesiones hispánicas en el norte de Italia conquistadas durante el reinado de Carlos de Gante a principios de la centuria de 1500 (Milano y Mantua). Sicilia (estado catalano-aragonés) había sido transferida a Saboya el año anterior (1713) en virtud del Tratado de Utrecht.
A pesar de los esfuerzos del embajador catalán destacado en Viena Francesc de Berardo y del secretario de estado austríaco del despacho universal, el también catalán Ramon de Vilana-Perles, la parte negociadora austríaca no conseguiría incluir el Principado de Catalunya en aquel paquete de cesiones territoriales. Esta fórmula tenía muchos partidarios tanto entre los miembros de la Junta de Brazos (el equivalente al Parlamento) como entre las cancillerías de Europa, que veían la oportunidad de cerrar el conflicto de forma satisfactoria para todas las partes. Pero según las fuentes historiográficas Felipe V ―primer Borbón hispánico―, incluso contra el consejo de su abuelo y valedor Lluís XIV de Francia, aceptaría todas las cesiones, incluidas Gibraltar y Menorca, pero no transigiría con Catalunya.