Tal día como hoy del año 1606, hace 419 años, en Valladolid (entonces capital de la monarquía hispánica), el rey Felipe III, a instancias de su primer ministro, ordenaba el traslado de la capitalidad y de la corte hispánicas a Madrid. Cinco años antes (1601), el mismo rey, y a instancias del mismo ministro, había ordenado la misma operación, pero a la inversa: de Madrid a Valladolid. Este primer ministro era Francisco Gómez de Sandoval-Rojas, duque de Lerma y verdadero gobernante de la monarquía hispánica, que ostentaría este poder entre 1598 y 1623.
Cuando se estaba planeando el primer traslado —y que se conduciría en el más absoluto secreto—, Lerma adquiriría —a título particular— una serie de palacios en el centro de Valladolid. No obstante, en aquel momento (1601) Valladolid era una pequeña ciudad inmersa en la profunda crisis económica que devastaba los centros urbanos de Castilla desde la derrota de la revuelta de los comuneros (1523) y la suspensión de pagos de Felipe II (1573), que se había saldado con un incremento brutal de la presión tributaria sobre la sociedad. Por lo tanto, el precio que Lerma pagó por aquellas propiedades fue muy bajo.
Por otra parte, desde que se decretó el traslado de la corte a Valladolid (1601), ofreció aquellas mismas propiedades a las familias cortesanas de la aristocracia latifundista castellanoandaluza —interesadas en residir y en prosperar cerca del rey—, que pagaron auténticas fortunas. Una vez completado el traslado de la corte, el mismo Lerma se ofreció a comprar los palacios de Madrid, propiedad de las aristocracias cortesanas que habían desplazado la residencia a Valladolid y que habían quedado desocupados, y los adquirió a un precio mucho más bajo que su valor real.
En 1606 repitió la operación, pero a la inversa: vendió los palacios de Madrid a sus antiguos propietarios a un precio multiplicado por cuatro o por cinco con respecto a lo que había pagado al comprarlos (1601). Pero esta vez ya no compró de nuevo los palacios de Valladolid; con lo cual completaba el círculo del gran negocio especulativo que había creado a partir de su posición de ventaja como ministro plenipotenciario y verdadero gobernante de la monarquía hispánica. Lerma sería el creador de la primera gran operación especulativa inmobiliaria —la primera burbuja inmobiliaria— de la historia.