Tal día como hoy del año 1890, hace 133 años, en Turín (Italia), moría Amadeo de Saboya, que había sido rey de España entre 1870 y 1873. Amadeo de Saboya había sido el elegido del general Prim (Reus, 1814 – Madrid, 1870), que, poco antes (Revolución Gloriosa, 1868) había derrocado y desterrado a Isabel II, a su familia y a su entorno (conocido popularmente como la "camarilla del bolsillo secreto", el agujero de corrupción más grande de la España del siglo XIX). El general Prim, líder del Partido Progresista, presidente del Gobierno y hombre fuerte de España, había proclamado que "los Borbones eran el impedimento más grande para la modernización y democratización de España".
El nuevo rey, que reinó como Amadeo I, había sido la opción prioritaria de Prim, porque los Saboya (reyes de Piamonte-Cerdeña que habían impulsado la unificación de Italia) eran considerados una estirpe de monarcas modernos y democráticos. No obstante, Amadeo nunca pudo aplicar esta ideología a su nuevo reino español. Cuando llegó a Madrid (31 de diciembre de 1870), su principal valedor —el general Prim— había sido asesinado, y la Corte y las clases dirigentes —temerosas de las reformas que podía impulsar— siempre le fueron hostiles. Pasados tres años abdicó, harto de la clase dirigente española —política y económica— y volvió a Italia.
Amadeo I y su joven esposa, la reina consorte Victoria del Pozzo, no se adaptaron nunca a la cultura chulesca y corrupta que imperaba en la corte española. Ni la corte española les facilitó la adaptación. María Victoria (París, 1847) intentó ganar la aceptación de la corte y de las clases populares madrileñas desplegando una intensa labor social. Pero la única recompensa que se llevó fue una tuberculosis (en aquel momento Madrid era denominada "la ciudad de la muerte") que la conduciría a un deceso prematuro. María Victoria murió a la edad de veintinueve años (1876) y Amadeo con cuarenta y cinco (1890).