Tal día como hoy del año 1883, hace 139 años, en Barcelona, moría Antonio López y López de Lamadrid, nombrado marqués de Comillas por el rey Alfonso XII y el principal traficante de esclavos de su tiempo. López había acumulado una inmensa fortuna con el tráfico ilegal de personas entre el golfo de Guinea y la, entonces, colonia española de Cuba. Con la fortuna acumulada creó la Compañía Transatlántica; que, a instancias del gobierno liberal del general Narváez, obtuvo el monopolio de transportes de tropas y víveres españoles en la I Guerra de África (1856), y que le reportó unos grandes beneficios. En cambio, al concluir la Guerra de Cuba (1898), con el Estado español en bancarrota, esta naviera se negó a repatriar a los soldados españoles, que tuvieron que retornar a casa en los llamados "barcos de la muerte" franceses y alemanes.
López había nacido en Comillas (Cantabria) en 1817, pero huyó a Cuba, con tan solo catorce años, después de un oscuro episodio delictivo. Allí prosperó económicamente y en el transcurso de su vida tendría una intensa relación con Barcelona, que a mediados del siglo XIX ya era la capital económica de España. López se casó en Santiago de Cuba con Lluïsa Bru, hija de unos productores azucareros catalanes establecidos en Cuba. Al cabo de un tiempo, el matrimonio fijó su residencia en Barcelona, y su primogénita, Lluïsa Isabel, se casaría con el heredero de los Güell, una estirpe de armadores originarios de Torredembarra que, también, se habían enriquecido enormemente con el tráfico ilegal de esclavos, y que, en aquel momento, ya eran una de las familias más ricas de Barcelona. Con los Güell, López creó varios negocios bancarios y de extracción de recursos coloniales.
Cuando López llegó a Cuba (1831), el tráfico de esclavos (no la tenencia) ya era una actividad ilegal y perseguida internacionalmente. Pero en España, la reina regente María Cristina de Borbón (viuda de Fernando VII y madre de Isabel II) había creado una trama clandestina que había convertido Cuba en el gran supermercado de esclavos de América. Armadores catalanes, vascos, gallegos y andaluces estibaban personas esclavizadas en el golfo de Guinea, y a través de una arriesgada ruta, y con la colaboración del aparato colonial español (civil y militar), los desestibaban en las playas del sur de Cuba, donde eran adquiridos por terratenientes norteamericanos, cubanos o colombianos. Cuando el general Prim —presidente del Gobierno— fue asesinado (1870), la prensa de la época señaló la trama esclavista, a la cual pertenecía López, como la inductora del magnicidio.