Tal día como hoy del año 741, hace 1.283 años, en Quierzy (entonces reino franco de Austrasia y actualmente región de Altos de Francia), moría Carlos Martel, que había sido mayordomo de palacio (cargo que, actualmente, equivaldría al de primer ministro) de los reyes de la confederación franca: Austrasia (717-741), Neustria (718-741) y Borgoña (también 718-741). Quienes ejercían este cargo también eran llamados “príncipes”. En aquel momento este nombre no hacía referencia a la condición de hijo del rey, sino a la de hombre principal, figura política y militar de origen romano. Por este motivo, fue designado jefe militar del ejército confederado franco que se enfrentó a los árabes en la decisiva batalla de Poitiers (732).
Cuando Carlos Martel fue nombrado mayordomo o príncipe (años 717 y 718), los árabes ya habían iniciado su invasión de la península Ibérica y ya dominaban casi todos los territorios situados al sur del río Ebro. En 723, los árabes entraban en Narbona y en Nimes (en el extremo norte del actual Languedoc) y completaban la conquista del extinto reino hispanovisigodo. En 725, llegaban hasta el corazón del reino franco de Borgoña y tomaban Autun (entre Lyon y Dijon). Y el 732, después de una violentísima campaña que implicó la destrucción de buena parte del ducado independiente de Aquitania, tomaban Angulema y Poitiers, en el valle del río Loira, y amenazaban la abadía de San Martín de Tours, por entonces la más rica del Occidente europeo.
En aquel momento se produjo la reacción franca definitiva, y un ejército formado por 30.000 soldados de los tres reinos francos y del ducado aquitano, dirigido por Carlos Martel, se enfrentó a un contingente de unos 60.000 efectivos árabes, básicamente mercenarios norteafricanos e hispanos —tanto de confesión musulmana como cristiana—, comandado por Abd al-Rahman al-Gafiqi. El choque se produjo en Poitiers, y aquella batalla se saldó con la victoria de las fuerzas francas y la derrota absoluta del ejército árabe, que perdió a su general y a tres cuartas partes de sus efectivos. Tras aquella derrota, los árabes se retiraron a la antigua provincia hispano-visigoda de la Septimania (actual Languedoc) y renunciaron a la conquista de Europa.