Tal día como hoy del año 1904, hace 121 años, en Bruselas; moría el etnógrafo Élie Reclus (Senta Fe la Granda, Gascuña-Francia, 1827), que viajó por Catalunya durante los meses posteriores a la Revolución Gloriosa (octubre, 1868 – marzo, 1869) que conducirían a la I República (1873 – 1874); y redactó un cuaderno de viajes donde describía, con una extraordinaria riqueza de detalles, el paisaje sociológico de la sociedad catalana de la época. Durante su viaje por Catalunya visitó Barcelona, Reus, Tarragona, Girona, Figueres, Olot, Castellfollit, Tortellà, Banyoles, Palamós, Calonge, Sant Feliu de Guíxols. Durante su estancia se relacionó con la población catalana en su lengua materna gascona.

De su paso por Barcelona, dijo: “Llegué a Barcelona un poco nervioso, y tuve una sorpresa muy agradable al ver la alegría en todas las fisonomías (...), las Ramblas, el gran paseo que divide la ciudad en dos, era un hormiguero humano. Bajo las copas de los árboles, que proyectan sus sombras sobre las blancas fachadas, la gente va y viene, como si no las amenazara ningún tipo de peligro. De noche, la animación se multiplica. Parece como si todos los habitantes de la ciudad hubieran salido de sus casas para invadir los teatros, las salas de baile y las calles céntricas. Las barcelonesas van preparadas con mantillas negras y lucen corpiños blancos o rojos y flores en el pelo. Son muy bellas, simpáticas y coquetas; paseando arriba y abajo mientras se abanican”.

Y seguía: “Los cafés, espléndidos, de una magnificencia superior a los de París, estaban llenos de gente elegante, de soldados con armas, de oficiales con vistosos uniformes, hablando en voz baja (...) también, paseando en medio de las bellas señoras y chicas barcelonesas, se veían curas panzudos y antipáticos. A veces la multitud se concentraba para contemplar a un hombre que imitaba las escenas de una corrida de bueyes, o una mocita andaluza con falda corta, que bailaba un “fandango” al ritmo de unas castañuelas. Y a la sombra de toda esta alegría, la contrarrevolución urde sus maquinaciones, para que España mañana se desvele con un rey de la misma forma que ayer se desveló sin la reina”.

Los peores presagios de Reclus se harían realidad, a pesar de que de forma efímera. La Revolución Gloriosa (septiembre, 1868) liderada por el general Prim (Reus, 1814 – Madrid, 1870); que había destronado y expatriado a Isabel II, culminaría con la coronación de Amadeo I (enero, 1871). No sería hasta enero de 1873 que abdicaría el rey Amadeo I para dejar paso a la I República y se produciría el primer intento institucional de restauración del autogobierno de Catalunya: la proclamación del Estado Catalán dentro de la República federal española, impulsada por Baldomer Lostau, presidente de la Diputación de Barcelona (marzo, 1873).