Tal día como hoy de 1996, hace 29 años, en Chadwell Heath, en el nordeste de Londres, moría Eva Miriam Hart, que había sido la coautora de la última carta que se escribió a bordo del transatlántico Titanic antes del naufragio (14 de abril de 1912). Aquella carta fue escrita a cuatro manos por Eva (que en aquel momento tenía 7 años) y su madre Ester (que tenía unos cuarenta) poco rato antes de que el barco se hundiera. Eva, Ester y Benjamin (padre y esposo, respectivamente) se dirigían a Canadá para empezar una nueva vida.

Aquella carta iba dirigida a la abuela materna, y en ella Eva y Ester contaban que, durante los primeros días, habían sufrido indisposiciones debido a la navegación, pero que en aquel momento, a falta de dos días y medio para llegar a su destino de Nueva York (era domingo por la noche y contaban con desembarcar el miércoles por la mañana), se encontraban mucho mejor y se preparaban para intervenir en un concierto a bordo —en un coro formado por el pasaje— a beneficio de la Casa de Marineros. Esther —la madre— destacaba que Eva —la niña— se estaba convirtiendo en una niña fantástica, dotada de una voz maravillosa.

Muere Eva Hart, la autora de la última carta que se escribió a bordo del Titanic. La última carta. Fuente Wikimedia Commons
La última carta / Fuente: Wikimedia Commons

Cuando el Titanic impactó contra el iceberg y el pánico se apoderó del pasaje, Benjamin condujo a su familia desde las cabinas de segunda clase hasta la cubierta principal y consiguió embarcarlas en el bote de salvamento número 14. Benjamin cubrió a su hija con su chaqueta, para protegerla del intenso frío de la noche, y le dijo: "dale la mano a 'mami' y sé buena niña". Fue la última vez que lo vieron, pero la carta estaba dentro de uno de los bolsillos de la chaqueta de Benjamin y eso impidió que desapareciera con el naufragio.

Setenta y tres años más tarde (1985), el Titanic fue descubierto, y Eva Hard criticó duramente a la naviera White Star Line por la falta de botes salvavidas. Declaró que "si un barco es bombardeado, naufraga por la guerra; si es lanzado contra las rocas durante una tormenta, es por la naturaleza; pero morir solo por la falta de botes salvavidas, es ridículo". Dijo que los restos del Titanic eran una tumba y tenían que ser respetados como tal, y catalogó a los rescatadores como "buitres" y como "saqueadores de tumbas".