Tal día como hoy del año 1507, hace 518 años, en el paraje de Barranca Salada, en el término de Viana (entonces reino de Navarra), moría César Borgia, hijo del pontífice valenciano Roderic Llançol i de Borgia —que reinaría como a Alexandre VI— y de la cortesana lombarda Vannozza Cattanei, de la familia de negociantes Pinctoris de Mantua. Alejandro VI, que en los países de la Corona catalanoaragonesa sería popularmente conocido como el papa Borgia, siendo cardenal (1463-1492) y pontífice (1492-1503) mantuvo una relación marital estable y muy familiar con Vannozza, de la cual nacerían cuatro hijos: Juan (1474-1497), César (1475-1507), Lucrecia (1480-1519) y Jofré (1482-1517).
César había nacido el año 1475 en Roma (capital de los Estados Pontificios) mientras su padre era el cardenal de allí, y muy pronto fue destinado a la carrera eclesiástica. A partir del momento en que su padre alcanzó el sitial de san Pedro, pasó a ocupar varios cargos relevantes: con dieciséis años y mientras se ultimaban los preparativos del primer viaje colombino (1491) fue nombrado arzobispo de València, ciudad donde se había fabricado aquel proyecto. Pero el papa Borgia siempre valoró su acusado perfil militar y con veintidós años (1497) sumó a su cargo el de capitán general de la Iglesia (comandante en jefe de los ejércitos pontificales).
Su tarea militar lo haría célebre por toda la península italiana. Defendió el Patrimonium (la otra denominación que recibían los Estados Pontificios) de la ambición expansiva de la República de Venecia, del Ducado de Milán y de las monarquías francesa e hispánica. Y combatió contra las revueltas independentistas de las comunas municipales del Emilia Romaña (la parte norte del Patrimonium). Pero con la muerte de su padre (1503), el nuevo pontífice Julio II (de los Della Rovere genoveses) lo cesó y lo persiguió. Julio II y César Borgia personificarían la vieja rivalidad que, históricamente, había presidido la relación entre las oligarquías genovesas y las catalanovalencianas.
A partir de 1504, sin ningún cargo en la Iglesia, se convirtió en uno de los grandes condotieros (cabecilla de mercenarios) del sur de Europa e intervino —a favor del mejor postor— en varios conflictos abiertos por todo el continente. Combatió a favor del rey Luis XII de Francia contra Fernando el Católico en la península italiana. Capturado por los hispánicos, fue encarcelado en Castilla y después de una rocambolesca huida acabaría contratado por su cuñado Juan de Albret, rey-consorte de Navarra, en aquel momento enredado en la guerra civil navarra. César murió en una emboscada cuando cabalgaba en solitario persiguiendo a los enemigos de su patrón.