Tal día como hoy del año 1720, hace 304 años, en Barcelona, moría Josep de Vilamala, que había sido el 121.º president de la Generalitat de Catalunya y el último de la primera etapa o época foral (1359-1714). Vilamala había sido elegido el 22 de julio de 1713, en las postrimerías de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715) y al inicio de la última fase de aquel conflicto: la llamada Guerra de los Catalanes (1713-1714). En el momento de su elección, el país estaba parcialmente invadido por el ejército borbónico francocastellano y, tan solo, tres días después (25 de julio de 1713) los ocupantes rodearían Barcelona y la someterían a un asedio que se prolongaría hasta el final del conflicto (11-12 de septiembre de 1714).

Vilamala (Banyoles, siglo XVII) era monje sacristán del monasterio de Sant Esteve de Banyoles, y había asistido y participado en la decisiva Junta de Braços del 6 de julio de 1713, que votaría la resistencia a ultranza. No obstante, su figura no tuvo tanta trascendencia como la de sus antecesores (como por ejemplo la de Pau Claris en la crisis y revolución de 1640-1641) porque las Juntas de Defensa del Govern de Catalunya, creadas por la Junta de Braços y con un peso excepcional del Consell de Cent, dejaron a la Generalitat en segundo término. Durante aquel de tiempo de excepcionalidad, la figura política y militar más relevante fue Rafael Casanova, conseller en cap del Consell de Cent de Barcelona y comandante en jefe del Real Ejército de Catalunya.

Después de Vilamala vendría el silencio de plomo de la represión borbónica española, que se prolongaría durante más de dos siglos (1714-1931). La institución de la Generalitat y la figura de su presidente no sería recuperada hasta que Francesc Macià i Llussà la restauró (14 de abril de 1931).