Tal día como hoy del año 1204, hace 821 años, en la abadía de Fontevraud (entonces ducado independiente de Aquitania y actualmente Francia), moría Leonor de Aquitania —duquesa independiente de Aquitania (un dominio que abarcaba desde el Loira hasta los Pirineos) y reina-consorte de Inglaterra—, que había sido la mujer más poderosa de su tiempo. Leonor había nacido en el año 1122 en Poitiers (ducado de Aquitania) y era la primogénita, y sería la sucesora del duque Guillem X de Aquitania, el barón feudal más poderoso del Reino de Francia. La prematura muerte de su padre (1137) la llevó al sitial ducal con tan solo quince años; sin embargo, a pesar de su juventud, demostró una gran determinación y una extraordinaria inteligencia política.

Fue casada, casi a la fuerza, con el delfín Luis, futuro Luis VIII de Francia, pero al cabo de unos años no tan solo lo abandonaría y se divorciaría, sino que elegiría a su nuevo esposo, que era el gran rival político y militar de su exmarido, el rey Enrique II de Inglaterra. El matrimonio de Leonor y de Enrique condujo a la independencia de Aquitania y a la creación del edificio político angloaquitano, que dominaría el cuadrante atlántico europeo durante los siglos XIII, XIV y XV. El primogénito y heredero de Leonor y Enrique, Ricardo Plantagenet-Aquitània y todos sus sucesores hasta 1453 (conclusión de la Guerra de los Cien Años) se intitularían reyes de Inglaterra y duques independientes de Aquitania.

Cuando Ricardo, el primogénito de Enrique y Leonor, fue nombrado heredero al trono, la duquesa-reina se fijó en la infanta Dulce, hija de su pariente lejano Ramon Berenguer IV de Barcelona. Burdeos y Barcelona negociaron aquel matrimonio con un propósito clarísimo: acercar, de nuevo, las dos casas separadas desde la época carolingia (siglo IX) con el objetivo de unificar, en un plazo de dos o tres generaciones, todos los dominios de los Plantagenet-Aquitania y de los Berenguer, y crear una media luna territorial que abarcaría desde el condado de Northumberland (en el extremo norte de Inglaterra) hasta el marquesado de Tortosa (en el extremo sur de Barcelona). No obstante, aquellas negociaciones se rompieron y las fuentes documentales no explican el porqué.