Tal día como hoy del año 1430, hace 594 años, en la ermita de Sant Joan de la Muntanya, en una zona boscosa situada a cuatro kilómetros al oeste de Montblanc (Conca de Barberà), moría Leonor de Urgell y de Montferrat, hermana mayor del conde Jaime II de Urgell, candidato al trono de Barcelona durante el Compromiso de Caspe (1412). Después del resultado de aquella asamblea, que votó mayoritariamente la candidatura de Fernando de Trastámara, Jaime de Urgell se rebeló (1412), pero fue derrotado, encarcelado y confiscado (1413). Su esposa Isabel (hija del rey Pedro III), sus hijas Elisabet (1409) y Leonor (1410), y su hermana mayor Leonor fueron desahuciadas del castillo de los Urgell en Balaguer y fueron recluidas en el monasterio de Sijena.
Con la muerte de Fernando I (el primer Trastámara) y el ascenso al trono de su primogénito Alfonso, llamado el Magnánimo (1416), la situación personal de Leonor se aligeró. Tenía amistad personal con la nueva reina María y esquivó todas las negociaciones matrimoniales promovidas por los Trastámara que afectaron negativamente a sus sobrinas. Se estableció como beguina en una ermita en los bosques de Poblet, y durante seis años (1424-1430) vivió en aquel lugar, acompañada de dos sirvientas y dos doncellas. A menudo hizo estancias de soledad y plegaria en una cueva próxima que, posteriormente, ha sido denominada cueva de Leonor. La evolución y contracción de esta expresión ha derivado en la forma popular actual de cueva de Nialó.
Las beguinas —que en Catalunya eran denominadas, también, reclusas— eran un movimiento social y religioso protofeminista surgido a finales del siglo XII en los Países Bajos, formado, exclusivamente, por mujeres. Este movimiento, que en su territorio de origen fue llamado de las "mujeres santas", creó comunidades de mujeres viudas o solteras, que practicaban el celibato y que rechazaban la obediencia filial, la subyugación conyugal y la función maternal. Estas comunidades promovieron una ideología basada en la solidaridad y en la complicidad de sus integrantes y en una nueva visión de la identidad femenina. Practicaban una vida espiritual, pero se autosustentaban con la producción y comercialización de textiles.