Tal día como hoy del año 1894, hace 130 años, en La Chênaie (Valle del Loira-Francia) moría el ingeniero y diplomático francés Ferdinand Lesseps, que pasaría a la historia como el proyectista de los canales marítimos de Suez y de Panamá. Lesseps nació en Versalles en 1805 y era hijo de Mathieu de Lesseps, diplomático, y de Catherine de Grévignée. No obstante, el origen remoto de su familia estaba en Escocia y se habrían establecido en el continente (en Bayona, País Vasco Norte) a finales del siglo XIV, durante la etapa en que Aquitania formaba parte de la monarquía inglesa (1154-1453).

Pero, al margen de su actividad como ingeniero, Lesseps tuvo una relación muy importante y muy desconocida con Barcelona. A principios de 1842 fue nombrado cónsul general de Francia en Barcelona. Durante aquellos días, el gobierno del general Espartero —en aquel momento regente de España por la minoría de edad de Isabel II— había decretado el fin de la política arancelaria con los productos textiles de Gran Bretaña. Esta medida formaba parte del pago de la ayuda financiera de los bancos privados británicos a la causa liberal durante la I Guerra Carlista (1833-1840).

La nueva ley arancelaria del gobierno Espartero amenazaba la industria textil catalana; que todavía no estaba preparada para competir con la pañería inglesa. Y a finales de noviembre de 1842 el pueblo de Barcelona (patrones y trabajadores) se rebeló y tomó el poder de la ciudad. La respuesta del Gobierno no se haría esperar y el 3 de diciembre de 1842 Espartero ordenaba el inicio de un bombardeo masivo sobre la ciudad que, pasadas veinticuatro horas, presentaba un saldo de 462 edificios destruidos parcialmente o totalmente y entre 20 y 30 víctimas mortales.

En aquel momento de crisis surgió la figura del cónsul Lesseps, que desafiando las bombas que todavía caían sobre la ciudad, se dirigió al castillo de Montjuïc y consiguió entrevistarse con el jefe de las fuerzas represoras, el general Antonio Van Halen y Sarti. Lesseps consiguió detener los bombardeos y, posteriormente, en nuevas entrevistas con el mando español, conseguiría la libertad de una gran cantidad de personas detenidas y encarceladas con la represión que siguió a la revuelta y la reducción de la multa que el regente Espartero le había impuesto a la ciudad.