Tal día como hoy del año 1824, hace 200 años, en París, moría Luis Estanislao de Borbón, hermano y sucesor de Luis XVI —el rey guillotinado durante la Revolución (1793)— y que había sido colocado en el trono de París como Luis XVIII por las potencias extranjeras que habían derrotado a Napoleón y habían desmantelado el régimen bonapartista (1814). Luis XVIII había sido el único varón de la familia real francesa que había sobrevivido a la Revolución Francesa. Poco después de la ejecución de su hermano Luis XVI, se había refugiado en la República de Venecia (de donde sería expulsado, acusado de conspirar contra la República francesa) y después en Rusia e Inglaterra.
Se da la circunstancia de que su padre, el delfín Luis —que no reinaría nunca debido a su muerte prematura (1765)— había puesto su nombre a sus tres hijos. El primogénito, Luis José (1751), que moriría siendo niño (1761); el segundo varón, Luis Augusto (1754), que reinaría como Luis XVI, y el tercer varón, Luis Estanislao (1755), que reinaría como Luis XVIII. Se reservó el ordinal XVII para el primogénito de Luis XVI —de nombre Luis Carlos—, que oficialmente había muerto en la cárcel del Templo (1795), aunque los monárquicos franceses confiaban en que habría podido escapar y que estaba escondido en algún sitio (se dijo que lo había adoptado una familia menestral de la región de Calais).
Luis XVIII fue siempre un personaje muy impopular; tanto entre el pueblo y las clases burguesas (de ideología revolucionaria) —que no le perdonaban su actividad conspiradora durante la época republicana— como entre las clases nobiliarias (de ideología monárquica) —que no le perdonaban la traición al conde de Favras, que había trabajado desde la clandestinidad para sostener el régimen monárquico y al que Luis Estanislao había negado y abandonado cuando fue descubierto por la policía de Robespierre—. No obstante, las potencias internacionales que habían derrotado a Napoleón lo colocaron en el trono, a pesar de saber el riesgo que comportaba.
En política exterior, Luis XVIII continuó el proyecto de Napoleón, que ambicionaba expandir el Imperio francés hacia el norte de África. Y renovó los servicios del espía catalán Domènec Badia (Barcelona, 1767), conocido como Alí Bei, que ya trabajaba para la cancillería de París desde la época bonapartista. Alí Bei describió y cartografió detalladamente sus viajes por el Magreb, Oriente Próximo y la península Arábiga, y su información fue primordial para iniciar la empresa francesa de conquista y colonización de África. Luis XVIII murió en 1824 y fue relevado por su hermano pequeño, Carlos X. En 1830, Francia iniciaba la conquista de Argelia.